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Espléndido es el libro de Ricardo Raphael sobre los mexicanísimos mirreyes. Una obra implacable desde la introducción, pero que no pierde la distancia respecto del objeto de trabajo que caracteriza a los buenos científicos sociales, a los buenos narradores. Creo que eso terminará haciendo de Mirreynato un texto esencial sobre el fenómeno de quienes dieron por sentado en las dos primeras décadas del siglo que, además de sacarse la lotería, merecían ser venerados por ricos, bellos y estúpidos.

El mirrey, tipifica Raphael, es esa persona que ha logrado un liderazgo social sin justificación ninguna. Son aquellos que no tuvieron que hacer mayor esfuerzo y, sin embargo, son tratados por la sociedad como hijos consentidos. Lo extraordinario, escribe, “es que en uno u otro momento, todos los mexicanos tenemos algo de mirreyes; por eso es que toleramos vivir en el Mirreynato sin rebelarnos”.

Concluido el breve momento ontológico, el autor se pone la bata de mecánico para desarmar y ajustar a la hija mayor que pidió un bolso Louis Vuitton, las lobukis, Alessandra Rojo de la Vega, los estacionamientos de guaruras en la Anáhuac y la Ibero, el hijo de Carlos Romero Deschamps y su Ferrari, el gobernador de Zacatecas Miguel Alonso, Fabián Granier, los hijos del Chapo Guzmán y el Mayo Zambada, Melissa Plancarte, (creo que injustamente) los panistas que se pelearon en Fortaleza, Brasil; el hijo de Malova, Bárbara Coppel, Alessandra Ambrosio, el espeluznante Niño Verde, Gerardo Saade Murillo, “golpeador de mujeres”, en fin.

Ricardo no se limita a reseñar ni se extravía en las anécdotas horribilis de la narrativa del mirrey. La segunda mitad del libro es una cuidadosa reflexión sobre los factores que estimulan el encumbramiento de los mirreyes: impunidad, corrupción, discriminación, desigualdad, mala educación.

Los mirreyes, define, utilizan la riqueza económica como el principal marcador de clase; no saben pasar inadvertidos, valoran positivamente la arrogancia, desprecian la cultura del esfuerzo, no acuden a la escuela para adquirir conocimiento sino para ser conocidos y les provoca una sensación contradictoria el hecho de haber nacido en México: “No dudan en pintarse la cara con ungüento tricolor cuando juega la Selección, pero rebaten la mala fortuna de pertenecer a un país que en más de un sentido desprecian por la mayoría de la gente que lo habita”.

Inexplicable sin la resonancia animal de las redes sociales, el Mirreynato es, a fin de cuentas, en palabras del autor, un régimen moral orgulloso de la sistemática e injusta asimetría.

Vaya sí.

MENOS DE 140 Será un viernes de noticias sobre el futuro inmediato de la maestra Elba Esther Gordillo.