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Colegio militar, observatorio, palacio imperial, residencia presidencial, y muchas otras funciones ha tenido el famoso Castillo de Chapultepec, ubicado en la cima del cerro de Chapultepec.

Los niños héroes y la gesta heroica de Chapultepec - castillo
Asalto al Castillo de Chapultepec por las tropas norteamericanas el 13 de septiembre de 1847.

Aunque en realidad no tiene ninguna característica de castillo, sí ha soportado dignamente enfrentamientos militares, dando resguardo a las fuerzas mexicanas durante la batalla del 13 de septiembre de 1847, cuando 7180 soldados norteamericanos al mando de Winfield Scott invadieron el bosque de Chapultepec, buscando tomar el último bastión de defensa de la Ciudad de México.

El responsable de la defensa fue el héroe insurgente Nicolás Bravo, quien comandaba 832 hombres pertenecientes a los batallones Querétaro, décimo de infantería, Mina, Unión, Toluca y Patria.

Debido al alto índice de deserciones los días previos a la batalla, principalmente del batallón Toluca del cual desertaron 423 hombres, el general Bravo solicitó refuerzos, por lo que el presidente Antonio López de Santa Anna envío al heroico batallón de San Blas, que era comandado por un valiente que descendía de la nobleza indígena tlaxcalteca, Felipe Santiago Xicotencatl Corona, nacido en San Bernardino Contla, Tlaxcala, el 1 de mayo de 1806.

Este héroe tlaxcalteca, quien también combatió en la batalla de La Angostura donde sería gravemente herido, sería herido de muerte mientras defendía la bandera de su batallón. Algunos de los pocos sobrevivientes del batallón de San Blas lo trasladaron a una capilla en San Miguel Chapultepec, donde horas después dio su último aliento de vida.

Durante esta batalla se dio uno de los hechos de armas más recordados y enaltecidos de nuestra historia nacional: el de “los niños héroes”.

Todo comenzó cuando días antes de la batalla 47 cadetes que tenían entre 13 y 19 años decidieron quedarse a defender su colegio y el bosque de Chapultepec frente a la invasión norteamericana. Cinco de ellos murieron en combate, un sexto, el teniente Juan de la Barrera, quien erróneamente es considerado cadete por haber estudiado años antes en el Colegio Militar, también encontró la muerte en la antigua entrada al Colegio Militar (donde se construyó un hornabeque defensivo) ubicado en las faldas del cerro del Chapulín, justo en lo más nutrido del combate.

De los cadetes, 4 fueron heridos y 37 fueron tomados prisioneros, entre ellos el futuro presidente Miguel Miramón, quien pocas veces es recordado debido a que no ofrendó su vida en esa jornada o simplemente por haber encabezado y defendido la causa conservadora años después.

Su amigo del alma, Leando Valle, importante liberal que acabó siendo emboscado y asesinado por órdenes de Leonardo Márquez (1861), también estudiaba en la institución educativa, pero al parecer no estuvo presente durante el combate.

Esto se puede confirmar al no encontrarse en la lista de capturados, heridos o muertos grabada en los lados del obelisco del monumento conocido como El Cenotafio, realizado por órdenes de Díaz bajo la presidencia de Manuel González entre 1880 y 1881. Seguirían dos monumentos más, “la Patria llorando a sus hijos” (1926) ubicado en uno de los jardines del Castillo y el famoso “Altar de la Patria”, hecho con mármol de Carrara y bronce bajo la dirección del arquitecto Enrique Aragón Echegaray y el escultor Ernesto Tamariz, inaugurado en 1952 por el presidente Miguel Alemán.

El acontecimiento más famoso de la jornada es aquel donde se menciona que Juan Escutia, nacido en Tepic y quien no tiene registro dentro del Colegio militar, se arrojó del Castillo con la bandera enredada alrededor de su cuerpo.

Posiblemente este mito histórico encuentra su origen en la batalla de Molino del Rey, acontecida el 8 de septiembre del mismo año, cuando el oficial del batallón Mina, Margarito Suazo, casi moribundo, salvó la bandera de su batallón enredándosela en la cintura y presentándola a quienes se encontraban en la edificación de Molino del Rey, cubierta con la sangre de sus heridas.

De acuerdo a Guillermo Prieto, Margarito, después de entregarla regresó a la línea de combate, donde encontró la muerte. Durante el combate de Molino del Rey, también murió debido a sus graves heridas el general oaxaqueño Antonio de León y el Coronel Lucas Balderas, quien le da nombre a la importante calle de la Ciudad de México.

Los menciono por capricho personal, para que este no sea otro texto donde solamente se recuerdan a los “niños héroes” y no a estos patriotas de alto calibre.

Los niños héroes y la gesta heroica de Chapultepec - mural
Detalle del mural “Sacrificio de los Niños Héroes” de Gabriel Flores García. 1970.

El 12 de septiembre los 30 cañones norteamericanos bombardearon durante todo el día el Bosque y Castillo de Chapultepec, desde la Hacienda de la Condesa y el ex Arzobispado de Tacubaya. Debido a este feroz bombardeo solamente quedaron 25 hombres de los 450 del batallón Toluca.

Como se expuso antes, la gran mayoría desertaron. A las 7 de la noche cesaron de volar los proyectiles para reanudarse el 13 desde el amanecer.

Para las 9 de la mañana inició el avance de  de los norteamericanos, ejecutado por  las fuerzas del mayor Pillow al poniente y  por las de Quitman y Twiggs por el sur. La batalla no duró más de dos horas.

Los niños héroes y la gesta heroica de Chapultepec - garry
El presidente Harry S. Truman frente al Cenotafio de Chapultepec en 1947.

Cabe mencionar que es muy poco probable, por no decir imposible, que el cadete Juan Escutia se arrojara del Caballero Alto o de algún punto del Castillo con la bandera enredada a su cuerpo.

Me atrevo a aseverarlo debido a que después de que fuera tomado el hornabeque donde murió  el teniente de la Barrera con sus 160 elementos, los norteamericanos llegaron al Castillo, no con cuantiosas bajas.

El mayor Seymour del 9vo regimiento  arrió la bandera mexicana con la intención de izar la bandera de las barras y las estrellas. Después, el mayor la entregó a su comandante Jack Pillow quien a su vez la remitió al cuartel general de los norteamericanos.

La bandera sería guardada en la Academia norteamericana de Westpoint, hasta que sería devuelta por el presidente Harry Truman durante las ceremonias de los 100 años de la Batalla de Chapultepec.

Durante el evento el mandatario norteamericano dijo: “Un siglo de rencores se borran con un minuto de silencio”, lo que evidentemente causó insatisfacción  a los presentes. Se dice que esa misma noche el arreglo floral que dejó Truman apareció destrozado frente a la embajada norteamericana.

Algunos indiscretos mencionan como responsables a los cadetes militares. La batalla de Chapultepec seguía dando de que hablar.

Enrique Ortiz García

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