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Los problemas entre individuos siempre han estado presentes en todas las civilizaciones de la humanidad, es parte de nuestra naturaleza.

Las faltas de respeto, ya sean físicas o verbales, no corresponde exclusivamente a nuestros tiempos modernos, sino estuvieron presentes desde la antigüedad en las grandes culturas como la romana, griega, egipcia y también en las que florecieron en las tierras mesoamericanas.

Gracias a que algunos frailes y a los informantes indígenas como Juan Badiano, Antonio Valeriano, Martín de la Cruz y muchos otros, quedaron importantes registros de cómo era la vida cotidiana entre los indígenas de varias regiones del territorio que conocemos actualmente como México. Se pudo recabar gran cantidad de información principalmente de los grupos nahua y purépecha, al grado que en la actualidad conocemos las frases ofensivas que se usaban dentro de sus respectivas sociedades.

El códice Florentino, realizado en el siglo XVI, rescató una serie de frases o refranes que se usaban para dar una lección moralizante y al mismo tiempo ofender con quien se tenía una riña.

Por ejemplo la palabra itztlactli o tencualactli que significa escupidura o gargajo se refería a las palabras que salían de la boca de una persona embustera, mentirosa o calumniadora. A las personas, tanto niños como adultos, que eran traviesos, desbaratados y no hacían caso a las reglas se les decía de manera despectiva que parecían conejos o venados porque a nadie obedecen, otitochtíac y otimazatíac respectivamente.

Para designar a una persona que ha perdido todo, y no tenía oficio ni beneficio se le decía “ompa onquiza tlaticpac” que significa ”No tiene tras que parar”.

Las palabras asociadas a la inmundicia, a la falta de higiene eran comúnmente usadas para empezar una riña, como cuitlatl que significaba mierda o excremento, o tatapahcuitlapol mierda harapienta.

También una grave ofensa era decir que no se tenían padres o no se contaba con una familia como lo refleja la palabra en náhuatl icnopiltotomacpol, que significa huérfano gordo.

De hecho en la palabra tomohuac, que significa gordura, es la raíz de la palabra tomate. Para un hombre, posiblemente el peor insulto era aquel que atentaba en contra de su masculinidad. Por esta razón se usaban a manera de insulto palabras como “afeminado, homosexual, poco hombre y putillo, quilontontli”.

Recordemos que en el mundo nahua la homosexualidad estaba asociado a las enfermedades, a la debilidad, a la depravación y era una práctica penada y castigada con la muerte.

Si dos homosexuales eran descubiertos en el acto inmediatamente eran lapidados, en cambio si eran denunciados y la investigación confirmaba que practicaban el “pecado nefando” eran ejecutados al colocar sus cabezas en medio de dos pesadas lápidas para aplastárselas.

A continuación menciono algunas de las frases e insultos registrados. Esta lista se puede encontrar en el libro: Historia de la vida cotidiana en México I, Mesoamérica y los ámbitos indígenas de la Nueva España escrito por Pablo Escalante, sin embargo la fuente primaria es el Códice Florentino recopilado, como ya se ha dicho, por Fray Bernardino de Sahagún.

Tzinapizmiqui: trasero que muere de hambre
Cucuxcui: enfermo, mustio, afeminado
In teuhtli, in tlazolli: polvo, basura
Quilontontli: putillo
Ahuianito: putilla
Cuiloni,Chimouhcui: puto
Cuix nixilotl nechititzayanaz: ¿acaso soy un chismoso? ¿Un hablador?
Ixquahuitl huel ixquauh: tonto, cara de palo
Tomachizoa: sabelotodo, sabihondo
Icniull moyactli: dispersador de amigos
Icnopiltotomacpol: Huérfano gordo
Tatapacuiltlapol: mierdota haraposa

A los reaccionaban con violencia, los que eran pendencieros se les decía “Tlani xiquipilhuilax” lo que significa: por abajo arrastra el costal. Las personas que difamaban, inventaban chismes, o buscaban dañar con mentiras se les decía “Tlatolli itlaqual”, que significa las palabras son su comida.

Los insultos entre los antiguos mexicas - mexicas
Dos mexicas comen tamales. Códice Florentino.

Otras palabras que utilizaban para insultarse los hombres comunes (macehualtin) son las siguientes:

“Apártate bellaco, hombrecillo; no sea que te empuje. Vete por allí perrote; no sea que te patée, no sea que te moje la nariz. Vete por allá bobo, torpe; gordo macehual, gordo huérfano. ¿Quién eres tú? ¿A quién conoces? Pavote. Ciertamente eres un bellaco. Bobo. ¿Qué me vas a hacer hombrecillo? Me lo harás bellaco. ¿Acaso me morderás? ¿Acaso me tragarás? Gran canasto de tontería. Ya no sabes nada. Atolondrado. ¿Acaso bebiste mucho? Beodo. Desembriágate, no sea que caigas sobre nosotros. Borracho no sea que se te acabe el pulque. Mierdota andrajosa, harapienta. Desmelenadote. Gran escandaloso. Gran ocioso, huidizo. Carota de piedra de moler. Cabezota rasguñada. Tuertote, ciegote. Gran adultero. Sesotes de papel viejo. Gran ladrón. Desollado. Gran tlacatecolotl. ¿Nos lo harás bellaco? ¿Acaso serás el agua, serás el cerro? ¿Tú, macehualucho?”*

Los insultos entre los antiguos mexicas - dos
Dos macehualtin peleando durante el siglo XVI de la Nueva España. Detalle. Códice Florentino.

Finalicemos con la forma en que se faltaban al respeto las antiguas mujeres nahuas (macehualtin) de Tenochtitlán:

“Ay mujerucha de por ahí. ¿Cómo me provocas? ¿Acaso tú eres mi esposo? ¿Acaso tú eres mi hombre? Ay mujerucha. Bocota estruendosa. Siéntate. ¿Qué me dices putilla ¿Acaso tú eres mi hermano mayor? ¿Cómo me provocas? ¿Acaso yo escalandizo sobre ti? ¿Acaso yo vivo gracias a ti? ¿Acaso tú me doblas algo? Greñudota, desmelenadota. Desvergonzada, gran malvada. Escandalosa. Está pelando lo que come, sin sazonar con chile sin salar. Culote agitado, culo que muere de hambre. Au quiere andar conociendo, por ahí. Sobre los rostros de la gente. ¿Cómo se lo harás? ¿Acaso tú eres la venerable agua, el venerable cerro? Gran malvada, grosera. No sea que te patee. Ciertamente no cuidas de nada, no conoces nada. ¿Acaso eres tú una mujer noble? Tú quieres cambiarte pero no eres más que una macehualucha. Ciertamente aquí vienes a andar en la cara de la gente. ¿de dónde vienes? Vete. ¿Acaso es semejante a éste tu lugar? No lo es. Algo mostrarás a la gente de aquí. Gorda huérfana. Malvada huérfana.”*

La forma en que se insultaban los mexicas, tanto hombres como mujeres, nos dicen mucho de su sociedad, de los estrictos modales que utilizaban día a día y de lo importante que era el respeto y el honor dentro de pensamiento. Sin lugar a dudas creo que esta información le debe de llegar a gran cantidad de personas por lo interesante de su naturaleza.

*Extractos del libro Historia de la vida cotidiana en México I, Mesoamérica y los ámbitos indígenas de la Nueva España coordinado por Pablo Escalante, publicado por el FCE y El Colegio de México.

Enrique Ortiz García

Divulgador cultura

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