Elecciones 2024
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Los números no mienten, pero cuentan dos historias muy distintas. Por un lado, el Presidente goza de un nivel de aprobación sin precedente; un indicador paralelo, el de la confianza del consumidor, alcanza cifras no vistas en casi dos décadas… Por otro lado, el índice de confianza empresarial, del Inegi, entró en terreno negativo en enero, en tanto que 75% de los inversionistas considera que el país está en condiciones peores que hace un año. La gran pregunta es si estos dos grupos de personas viven en el mismo país”.

Con estas líneas elocuentes empieza Luis Rubio su artículo “Contrapuestos”, publicado hace 10 días, pero con un rango de vigencia que podría extenderse muchos meses.

Rubio ha puesto el dedo en la fisura fundamental que separa hoy dos series de datos duros: los de la credibilidad del nuevo gobierno y los de las realidades que se ciernen sobre él.

En ningún ámbito es tan poderosa la fisura como en el económico.

Señales van y vienen registrando la desaceleración de la economía, la caída del consumo, la disminución de la calidad de la deuda de Pemex que amenaza a la deuda total del gobierno, la falta de inversión y el ajuste a la baja de las perspectivas de crecimiento a 1 por ciento del Bank of America y al 1.1 – 2.1 por ciento según el Banco de México.

Certidumbres públicas mayoritarias van y vienen también, en sentido contrario a las cifras adversas. El porcentaje de ciudadanos que cree que la economía mejoró en el último año creció de 18 a 46 por ciento, según la encuesta de Consulta Mitofsky que glosé antier en este espacio.

En una escala de 1 a 10, entre abril de 2018 y enero de 2019 los mexicanos declaran un aumento en la satisfacción con su vida de 8.2 a 8.4 por ciento (El financiero, 1 de marzo 2019).

En una reunión con la cúpula empresarial, Andrés Manuel López Obrador obtuvo de sus anfitriones el compromiso de que invertirían suficiente para crecer a 4 por ciento y defraudar los pronósticos a la baja.

El presidente gobierna el país de las expectativas como nadie lo ha hecho desde Vicente Fox, que en el primer trimestre de su gobierno recogió una aprobación de 70 por ciento. Ahora debe empezar a gobernar también el país de las realidades.