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El 12 de octubre de 1992 se sentía la agitación en la población de chiapaneca de San Cristóbal de las Casas. Se conmemoraba “el Día de la Raza”, que en realidad recordaba la llegada de las tres embarcaciones a cargo de Cristóbal Colón, La Niña, La Pinta y la Santa María a la isla de Guanahani en el archipiélago de las Bahamas en 1492.

Esta sería la fecha designada para conmemorar el descubrimiento de un nuevo continente, aunque en su primer viaje Colón nunca pisaría la tierra continental americana.

Fue un día de algarabía para su tripulación, sin embargo, 500 años después en San Cristóbal de las Casas los grupos indígenas que se iban concentrando no parecían muy contentos, sino todo lo contrario. La molestia y el hartazgo se podían leer en sus rostros.

Ese día un indígena tzetzal llamado Mariano procedente de la comunidad de Río Florido ubicado en la comunidad de Ocosingo en Chiapas tomó un gran marro, subió el Zócalo o base de la escultura del fundador de la población de San Cristóbal de las Casas para golpearla hasta derribarla.

Se trataba de un bronce del conquistador Diego de Mazariegos, quien fundó dicha ciudad en 1528 acompañado de una fuerza de españoles, tlaxcaltecas e incluso mexicas del centro de México. Después de vencer a zoques y al grupo de los chiapas, Mazariegos fundaría dos villas, una para que asentaran los indígenas ubicada en la actual Chiapa de Corzo, y una para los españoles peninsulares y criollos así como algunos mestizos e indígenas, la que conocemos actualmente como San Cristóbal de las Casas.

A pesar de estas fundaciones, los indígenas de la región se resistían a bajar de las montañas para habitar las nuevas villas, como también se negaban a abandonar sus antiguas tradiciones y trabajar en encomiendas para los “nuevos amos españoles”. Incluso sabemos que en la batalla de Tepechtía, en la cual salió victorioso Mazariegos, algunos indígenas chiapanecos se arrojaron al Cañón del Sumidero y a otras barrancas al saberse derrotados. Prefirieron la muerte a una vida de de esclavitud, explotación y dominación.

Los 500 años del Día de la Raza en San Cristóbal de las Casas - 1-1

El 12 de octubre de 1992 alrededor de 15 mil indígenas, hombres, mujeres y niños, se manifestaron en las calles de San Cristóbal de las Casas. Varios pertenecían a las siguientes organizaciones: FOSCH, Frente de Organizaciones Sociales de Chiapas, así como la ANCIEZ,  Alianza Nacional Campesina Independiente Emiliano Zapata, la cual estaba ligada al futuro al EZLN Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Podemos afirmar que esta protesta indígena marca la futura rebelión indígena en 1994, así como grupos de armados de resistencia activa frente a la terrible situación de marginación, pobreza e incluso segregación que llevaban viviendo los indígenas de Chiapas y otros estados durante siglos.

El punto de reunión para el inicio de esta protesta fue el monumento a San Bartolomé de las Casas en la ciudad de San Cristóbal. Después de que todos los contingentes y organizaciones estuvieron presentes inició la marcha por las calles Diagonal Centenario, Diego de Mazariegos, hasta que llegaron a la plaza 31 de marzo. Posteriormente se dirigieron al mercado Castillo Tielemans (donde hasta la fecha trabajan cerca de 2800 locatarios, en su inmensa mayoría indígenas) para regresar por la calle Lázaro Cárdenas.

El contingente de la ANCIEZ se detuvo frente al templo de Santo Domingo, y ese fue el momento cuando varios de sus integrantes, algunos llevando vestimenta zinacanteca usada por los grupos tzotziles de Chiapas, se dirigieron al monumento de Diego de Mazariegos. Con un mazo Mariano la golpeó con un marro hasta que cayó de su “pedestal”.

Los pedazos del bronce del conquistador fueron llevados por los manifestantes a la plaza principal de la ciudad, donde se realizaría el mitin. Incluso existe una interesante fotografía donde los miembros de la marcha llevan la cabeza de Mazariegos, todavía llevando su morrión sobre la cabeza.

Al concluir el mitin enfrente del Palacio Municipal, los diversos contingentes indígenas se dirigieron a los camiones que estaban estacionados en las afueras de la población para regresar a sus comunidades. Ese día estuvo presente Rafael Guillén Vicente, quien para 1994 sería conocido como el Subcomandante Marcos, vocero y uno de los líderes del movimiento armado indígena EZLN.

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La destrucción del monumento de Diego de Mazariegos fue una declaración que tuvo su origen en el hartazgo de los grupos indígenas de la región, que desde el siglo XVI hasta la actualidad han sufrido de pobreza, marginación y explotación, primero por el encomendero, después por el hacendado y finalmente por los grandes terratenientes y ganaderos respaldados por compadrazgos políticos locales.

Se trató de una demostración frente a las autoridades, tanto municipales como estatales, un grito desesperado frente a la nación mexicana y a su compatriotas para decirles: “¡Existimos a pesar de la conquista, el colonialismo, el racismo, la pobreza y la indiferencia de nuestra situación en la actualidad!”.

La indignación vino del presidente municipal Mario Lescier Talavera, así como de algunos importantes ganaderos de Ocosingo, Palenque y Tuxtla Gutiérrez , no por la condición de pobreza y abandono que demostraron los más de 15 mil indígenas reunidos ese día en San Cristóbal de las Casas, eso sin mencionar su enojo y hartazgo, sino por la destrucción de una escultura de varios kilos de bronce fundido que representaba la fundación de una ciudad española, la conquista de la región y la subyugación de los pueblos indígenas chiapanecos, entre ellos los tzotziles, los zoques, choles, tzetzales, tojolabales, mochos, mames, kanjobales, motlocintlecos y otros.

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Enrique Ortiz García

Divulgador cultural y escritor

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