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Durante el fin de semana, el Senado de Estados Unidos aprobó un ambicioso paquete legislativo con una serie de iniciativas dirigidas a combatir el cambio climático, reducir el déficit fiscal y apuntalar al sector salud.

El paquete, bautizado como el “Inflation Reduction Act”, fue aprobado exclusivamente con los votos del Partido Demócrata y el voto de desempate de la vicepresidente Kamala Harris. El paquete será votado y aprobado en la Cámara de Representantes (en donde los demócratas tienen mayoría) hacia finales de esta semana.

Aunque el paquete de iniciativas fue bautizado como el “Inflation Reduction Act”, la realidad es que es una versión considerablemente más moderada del ambicioso paquete legislativo enfocado en gasto social y cambio climático que se quedó en el tintero en noviembre del año pasado cuando el Partido Demócrata no logró el consenso entre sus legisladores.

En concreto, las iniciativas anteriores no habían logrado convencer a los senadores demócratas Kyrsten Sinema de Arizona y Joe Manchin de West Virginia. Tanto Manchin como Sinema son senadores demócratas de estados conservadores donde suele dominar el partido republicano y su reticencia fue clave para moderar las ambiciones dentro de las iniciativas.

El nuevo paquete es de una magnitud aproximada de 430,000 millones de dólares en lugar de los 3.5 billones del diseño original del paquete y de los 2.2 billones de la versión rebajada de noviembre del 2021.

A pesar de ser un paquete mucho menos ambicioso, la aprobación de esta nueva versión representa el primer gran triunfo legislativo de la agenda de Bidenomics.

Los pilares de la nueva legislación son tres: I) una serie de estímulos fiscales con un valor de 300,000 millones de dólares (a ser aplicados en 10 años) para incentivar la migración hacia energías renovables con el objetivo de alcanzar una meta para el 2030 de reducir las emisiones contaminantes entre 30 y 44% con respecto al 2005; II) mayores subsidios para los beneficiarios del programa de Medicare; y III) aumentos específicos en algunos impuestos para incrementar los ingresos tributarios y reducir el déficit fiscal.

En concreto, la iniciativa contempla el establecimiento de una tasa mínima efectiva del Impuesto sobre la Renta a corporaciones que tienen más de 1,000 millones de dólares de ingresos anuales y la introducción de un impuesto de 1% a las recompras de acciones de empresas públicas.

Aunque la tasa de ISR en Estados Unidos es de 21%, hay grandes empresas que aprovechan una serie de deducciones que disminuyen su tasa efectiva a niveles inferiores a 10 por ciento.

La legislación pretende generar una recaudación adicional de 739,000 millones de dólares (durante 10 años) que, contra el incremento en el gasto de 430,000 millones, implica una reducción aproximada en el déficit de 300,000 millones de dólares a alcanzarse durante los próximos 10 años.

Para los republicanos, la iniciativa no es más que una muestra más de la proclividad de los demócratas para gastar más y subir los impuestos.

Para los demócratas, el paquete representa un paso en la dirección correcta para la transformación energética de Estados Unidos aunada a un compromiso de responsabilidad fiscal sin subir los impuestos a las personas físicas ni a las empresas pequeñas y medianas.

El Green New Deal original contemplaba un aumento en la tasa impositiva a los más ricos –es decir aquellos que ganan más de 400,000 dólares al año–- de 37 a 39.6% –y regresar la tasa de Impuesto sobre la Renta corporativa de 21 a 28 por ciento.

El nuevo paquete es de 430,000 millones de dólares en lugar de los 3.5 billones del diseño original del paquete y de los 2.2 billones de la versión rebajada de noviembre del 2021.