Minuto a Minuto

Internacional Embajador de EE.UU. subraya avances en coordinación de seguridad con México
Johnson señaló que la coordinación se desarrolla bajo el liderazgo del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum
Internacional Denuncian a Brigitte Macron por haber insultado a manifestantes feministas
Un grupo de asociaciones francesas presentó una querella contra Brigitte Macron por presuntos insultos a manifestantes feministas
Internacional Jueza ordena audiencia de fianza para Jeanette Vizguerra, detenida por ICE desde marzo
La jueza Nina Y. Wang determinó que la detención de Vizguerra es irrazonable y requiere una audiencia ante un juez de inmigración
Internacional EE.UU. destruye una nueva lancha en el Pacífico Oriental y deja cuatro personas muertas
El ataque hacia la lancha fue ejecutado bajo el marco del operativo "Lanza del Sur" y fue ordenado por el secretario de Guerra de EE.UU.
Internacional Trump instala placas en los retratos de Biden y Obama que los ridiculizan
Donald Trump colocó placas con mensajes críticos bajo los retratos de Joe Biden y Barack Obama en la Casa Blanca

Hubo un tiempo en el que los amantes confesaban su pasión por medio de epístolas, épocas donde no se solía contar el número de letras y no se insertaban emoticones entre las palabras. Las cartas de amor prendieron la fantasía, y la piel.

Abelardo nació en 1079 en Bretaña. Orador que dominaba el latín, el griego y el hebreo, músico, filósofo, teólogo y jurisconsulto. Viajó a París para enseñar las sagradas escrituras y recibió órdenes menores. Fulberto, un canónigo, tenía bajo su tutoría una sobrina, Eloísa, poseedora de talentos únicos; a los 17 años ya era virtuosa y sensible, entendía el latín y las lenguas orientales.

La primera vez que se vieron los consumió el amor y tuvieron la fortuna de hallar correspondencia. Abelardo portaba la investidura de la Iglesia, pero ningún ropaje ha sido armadura contra el amor, tampoco la edad —le llevaba 22 años a Eloísa— ni la condición social, sobre todo cuando intervienen corazones delicados y la mar de sensibles. Para pasar más tiempo juntos, Abelardo pidió permiso al tío para ser el instructor de Eloísa y le pidió una habitación en su propia casa —para que la enseñanza fuese intensa y sin interrupciones. Fulberto accedió —dada la fama de sabio de Abelardo— y le concedió confianza y autoridad sobre la pupila. Los amantes se entregaron desenfrenadamente a su amor hasta que fue imposible ocultarlo; los discípulos de Abelardo se sintieron abandonados y escribieron coplas sobre los amantes. Cuando el tío se enteró del romance expulsó al maestro de la casa. Al poco tiempo, Eloísa se supo encinta y se lo escribió a Abelardo, él la mandó a vestir de religiosa y la raptó llevándosela a Bretaña a casa de su hermana. Fulberto montó en cólera y juró vengarse del raptor. Abelardo, compungido, le prometió desposarse en secreto con Eloísa —cosa que causó la paz y el contento del tío. Cuando el amante corrió a contárselo a Eloísa, ella rechazó la propuesta y le dijo tajantemente que un filósofo no podría estar en un ambiente doméstico y que el amor debería ser libre y que prefería ser su amiga a su esposa. A la postre, ella cedió a los ruegos de Abelardo y se casaron bajo secrecía. Para restituir la dignidad de Eloísa, su tío hizo público el matrimonio y envió a sus criados a contar del casamiento por todos los rincones de París. Eloísa, salvaguardando el honor de su amante, lo negó. Fulberto montó en cólera y mandó a unos hombres a que —mientras Abelardo dormía— le cortaran los testículos. Ante tal situación —y debido a los celos de que apareciera alguien a robarle a Eloísa—, ambos tomaron los hábitos y se retiraron, ella a un convento y él a un monasterio. Las vicisitudes los persiguieron, pero ellos jamás dejaron de profesarse amor por medio de cartas incendiarias anegadas de pasión.

“No perdamos por descuido nuestro el solo consuelo que nos queda: leeré en tus cartas que eres mi esposo; en las mías te hablaré como esposa; y, a pesar de la suerte, serás para mí lo que quieras”.

Seamos.