Elecciones 2024
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Hoy en día tomarse una foto no solo implica tener un elemento visual que nos haga recordar lo vivido, sino que la intención ha evolucionado a mostrarle a los demás (conocidos y/o desconocidos) lo que vivimos, con quién y en dónde lo vivimos.

Hemos pasado de fotografiar para el álbum personal a capturar para publicarla en las redes sociales. Producimos lo que vivimos, es decir, le ponemos más cuidado a lo que se ve y lo que no queremos que se vea, posamos de cierta manera o buscamos el lado correcto que más nos favorece.

Buscamos que el lugar sea el correcto, que se vea atractivo y si puede ser un tanto aspiracional, mejor. Pero lo que sigue siendo igual es que lo que aparece en la escena importa y nos da más información que solo lo que nuestros ojos alcanzan a ver.

La comunicación no verbal siempre ha estado presente, aunque lo hagamos de manera inconsciente. En la política, el entretenimiento y la vida social hay elementos corporales que son cuidados y atendidos por asesores o personas encargadas de cuidar hasta el más mínimo detalle.

Claro, también está a quien no le importa nada lo que aparezca, ni cómo luzca, y eso también cuenta y también comunica.

La fotografía que todos vimos el día de ayer en donde aparece el coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal desayunando con el canciller Marcelo Ebrard en la ciudad de Zacatecas emite distintos mensajes, más allá de los políticos y las ya planteadas teorías por los analistas.

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Ricardo Monreal y Marcelo Ebrard.

La distancia entre una persona u otra en encuentros tan personales y hasta íntimos como lo es sentarse en la misma mesa, en un espacio reducido y privado dice mucho. El acomodo en una mesa refiere confianza y cierta garantía que serás escuchado o no, por él o los anfitriones.

Al final, todo en esta vida tiene que ver con jerarquías y alrededor del poder, es un constante movimiento.

Al ver la fotografía pensé en automático en las distintas imágenes que el equipo de Presidencia enviaba a los medios de comunicación compartiendo los encuentros privados durante la mañana que tenía Ricardo Monreal con el presidente López Obrador.

Vaya memoria la mía que recordó la mesa y las posturas de ambos, hizo que fuera a los archivos de Presidencia y pude confirmar lo que mi memoria me refrescaba el domingo por la mañana.

La amistad del coordinador de los senadores de Morena con el presidente, es de muchos años atrás y en ese tema, no entraré, sin embargo en lo que se ve en ambas reuniones, e incluso si usted quiere buscar otras tantas imágenes de los mismos desayunos, puede hacerlo.

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Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal.

En las fotografías, en esos instantes capturados por los fotógrafos de cabecera de presidencia y que “en teoría” son revisadas por algún editor o jefe en el área antes de ser enviadas a las distintas fuentes informativas, siempre vemos a un “amigo” presidente que no lo ve a los ojos, que no le presta del todo atención, que lo divide con una mesa que claramente delimita territorios personales.

La sobriedad en la comida, lo justo y lo necesario para que cuando se acabe, la reunión también haya terminado.

En cambio, lo de ayer, fue un encuentro con quien se observa una relación cercana, donde parecieran coincidir en lo que sobre esa mesa se planteó.

Una reunión abierta, basta de comida como de posibles ideas, alianzas, y beneficio en ambas partes. Es decir, pudieron tomar lo que deseaban, entre las uvas, la piña, el melón, el pan dulce, o el plato fuerte.

La mesa circular, quizá casual, acerca y no marca ninguna línea divisoria, es decir, que quienes sentaron allí a estos dos reconocidos políticos de nuestro país, eligieron de manera correcta.

Insisto, más allá de lo que ya se plantea en posibles movimientos, acuerdos y alianzas, todo comunica y ellos más que nadie, lo saben.

Eligieron reunirse en la casa de alguien, para hacerlo más privado, pero al final tenía que haber una foto, señal de que a ambos les fue bien y eso, también se les ve.