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Desde el 16 de septiembre se desataron las protestas en Teherán, Irán y gran parte del mundo, retumbando en los poderes políticos y sociales del país iraní después de la muerte de Masha Amini.

Masha era una chica iraní de 22 años que fue arrestada por la policía moral de su país, saliendo de una estación del metro por no portar de manera “correcta” el velo (hiyab) en su cabeza. En camino a la comisaria los supuestos policías de la moral la golpearon varias veces hasta dejarla sin vida.

La causa de la muerte fue un paro cardiorrespiratorio inesperado, tres días después de haberla detenido. La mataron porque se le veía un poco el cabello, y porque era una mujer que representaba a las nuevas generaciones que comienzan a buscar nuevas maneras de vestir y expresarse.

Usar el velo está en la ley iraní y dice que las mujeres y niñas deberán cubrirse el pelo con un velo y también cubrir las piernas y brazos.

La mujer está a expensas de lo que diga una ley hecha por hombres, y su libertad condicionada a todos los conocidos y desconocidos en las calles que las juzgan como delincuentes si es que no cumplen con lo que dictan las reglas.

El castigo es ir a la cárcel, una multa o latigazos, pero no la muerte y a Masha la mataron, como han matado a más mujeres durante estos 14 días de protestas.

Los videos que recorren las redes sociales son devastadores y brutales. Las fuerzas de seguridad israelí no temen, ni mucho menos se la piensan dos veces en disparar directamente a las mujeres en las calles o de empujarlas tan fuerte que al caer mueren.

La fotografía de hoy es una joven, símbolo de la lucha de las mujeres iraníes que han crecido durante siglos bajo el mando de las leyes discriminatorias y castigadoras hacia las mujeres.

Ella, el símbolo de la muerte y de la vida.

Hija de Minoo Majidi, quien fue asesinada hace tres días por la Fuerza de Seguridad Israelí quien le disparó fríamente directamente a su cabeza. Ella tenía tres hijos, una de ellas es la que aparece en la imagen después de haberla enterrado el día de hoy por la mañana.

Majidi es su apellido, se ha rapado, se ha colocado el velo en su garganta cansada y ansiosa por gritar el hartazgo y las ansias de ser libres y respetadas como mujeres, ella y las suyas.

En la mano izquierda su cabello largo, tomado con tanta fuerza del coraje y la impotencia de que su madre ahora está allí muerta, asesinada y bajo la tierra por salir a defender los derechos de sus hijas y el resto de las mujeres hastiadas de vivir a expensas de lo que los hombres creen que es lo moralmente correcto.

Ella como una especie de escultura femenina, con flores de su madre, quien le dio la vida y hoy yace bajo la tierra.

Una vela encendida, la que queda de esperanza entre ellas, como la complicidad y el compromiso que como hija toma para salir a las calles y defender la muerte de su madre y la vida de ella y el resto de las iraníes .

Es un retrato tan doloroso como aguerrido, su mirada retadora, su cuerpo erguido y firme en señal de valentía a un régimen que la denigra y la puede matar y su poder en la furia con que ha dejado su cabello y su represión atrás.

Un retrato real que traspasa la rabia y el deseo de libertad.

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Foto: Twitter