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Basta con encerrarse en un palacio estilo barroco, resguardado por suficientes elementos de seguridad para que nadie que no tenga el privilegio de acceder, logre entrar.

Suficiente es desdeñar lo que sucede tras las paredes y frente a las barreras de personas que te adulan y te mienten para hacerte sentir que sólo tú tienes la razón.

Adecuar un discurso, resultados y acciones para dogmatizar a los dudosos, fieles y desinformados es lo que surge en cada “mañanera”.

No hay manera de salir a la calle de manera libre y cercana para ver la múltiple cantidad de negocios que han desaparecido, cafeterías que tienen en sus ventanas una cartulina pegada dando aviso que solo dan servicio a domicilio.

Es imposible no ver qué hay más hombres, mujeres y muchos niños en cada crucero pidiendo dinero, comida o cualquier tipo de ayuda.

Sería absurdo querer negar una realidad que es visible ante todos, e incluso para los hogares de muchos de nosotros. Los ingresos han disminuido y las oportunidades laborales se han limitado frente a un virus que ha decidido llegar para quedarse con sus múltiples variantes.

La pandemia nos ha rezagado, tenemos menos y gastamos más y así ninguna matemática cuadra.

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social o mejor conocido como CONEVAL presentó sus índices de pobreza como cada año y en el presente año de 2021 se muestra un aumento del 7.3% de pobreza en nuestro país.

La fotografía de la fotoperiodista Sashénka Gutiérrez en un corto recorrido que realizó por el Centro de la Ciudad de México capturó a hombres y mujeres que ante la situación que se enfrentan, no han tenido de otra más que salir a las calles a vender “lo que sea” para comer lo que les alcance.

En la serie de fotografías que entregó a la agencia EFE, destaco esta que hoy les presento en donde vemos a un hombre que vende telares.

Las trae colgadas sobre su cuello y otras amarradas en su mano izquierda mientras se sostiene en su muleta.

En el otro brazo sostiene una colcha, la cual desconozco si la coloca en el piso para ofrecer sus productos o la usa para taparse de las tardes y noches frías de la Ciudad de México.

Él no tiene una pierna, hace su vida con una sola, sin ningún tipo de privilegio o comodidad. Está tapado hasta la nariz previniéndose del virus que a todos aterra y porque sabe que, si no lo hace, mucho menos se le acercaría la gente a preguntar y comprar.

Él es un ejemplo de muchas y muchos mexicanos, que salen todos los días incompletos, y repletos de preocupaciones y deudas, para buscar algún tipo de apoyo mientras nadie los recibe o nadie les compra.

Quien diga que tiene otros datos en donde el número es menor, no sabe lo que sucede en las calles y en el interior de los hogares. La desesperación, la frustración, la ansiedad y la angustia de madres y padres que no encuentran cómo generar mayores ingresos para poder solventar las deudas, los estudios de los hijos, la renta y lo básico: la comida de todos los días.

Ese 7.3% equivale a 3.8 millones de nuevos pobres, elevando a 55.7 millones de personas en situación de pobreza.

Viviendo dentro de cualquier palacio y cerrando las ventanas con cortinas caras, es imposible crear políticas sociales que ayuden a todos, incluyendo a los que no tienen INE y los que no significan un voto.

Un principio básico debería de ser tener alimento en la mesa de todos y no una tarjeta que ofrece un bienestar efímero que solo funciona si hay un intercambio.

Los mexicanos nos encontramos solos ante una realidad que frente a nuestras narices nos dice que las cosas no están bien, pero insisto, eso solo lo vemos quienes no estamos encerrados tras paredes opulentas, como el señor de la foto.

¿México pobre? - mexpoblauragarza
Foto de EFE/Sashénka Gutiérrez