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Vivir en la Ciudad de México y saber en carne propia el pánico y la conmoción que causa un sismo, nos acerca un poquito a una situación como la que viven al día de hoy países como Turquía y Siria.

Un poquito.

El sismo de 7.4 y 7.8 grados con epicentro en el sureste de Turquía ya suma casi los 8 mil muertos, casi 4 mil heridos y miles de edificios derrumbados por completo.

Las cifras son pavorosas, al igual como el número de réplicas: 300. En poco más de 24 horas no ha dejado de temblar en un escenario en donde las bajas temperaturas no ayudan y la cantidad de rescatistas y hombres que se han sumado a encontrar cuerpos debajo de los escombros para salvarlos, no son suficientes.

Los videos y las fotografías que hemos visto, son dolorosas y apocalípticas. Estoy totalmente segura que aunque nos dejen sin aliento, no se acerca del todo a la realidad. Quienes caminan sin esperar que en cuestión de segundos el edificio a un lado de ellos se caiga como polvo, o los gritos de quienes buscan entre escombros a sus familiares.

Rescatistas de países europeos arriban para ayudar a salvar los pocos cuerpos que queden con vida en las distintas ciudades de Turquía, en donde algunas no cuentan con insumos de ningún tipo.

La emergencia es mundial, miles de personas han quedado atrapadas entre los escombros, entre un piso y otro, y muchas desaparecieron por completo por la rápida y violenta caída de los muros.

Los edificios se volvieron polvo, los cuerpos que van rescatando son esperanzas para todos los que están allí, y para los que estamos lejos, muy lejos pero que seguimos de cerca una catástrofe de este nivel.

Entre todas las fotos que se han publicado en las redes y en las distintas agencias periodísticas esta que capturó el fotoperiodista Refik Tekin para EFE, me evoca la lucha por la vida.

La luz y la oscuridad, cuatro hombres que sostienen, empujan, observan y buscan vida debajo de los escombros.

¿Habrá sido un edificio con familias, parejas o jóvenes que colapsó porque no soportó la fuerza de la tierra?

¿Habrán estado dormidos o veían la televisión mientras pasaba? ¿Se habrían estado viendo a los ojos? ¿Se habrán abrazado al momento en el que sintieron el temblor?

Las vidas e historias allí sepultadas, tratando de ser rescatadas con una pequeña lámpara, y la adrenalina de ayudar, de salvar, de recuperar y de arriesgarse a que ese cuadro de concreto no les caiga encima.

Entre la luz y la oscuridad, el polvo y los trozos de muros. La vida por fuera y por dentro.

Turquía y Siria en una sola escena, que nos recuerda que aún y con una guerra civil, la humanidad sigue queriendo y pudiendo ayudar.

La vida por afuera y por dentro de los escombros - abb2f17970599a8097b48230b33f184eb14bdb95w-1024x682
Foto: EFE/ REFIK TEKIN