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La conveniencia de quienes están en el poder y fabrican, preparan, planean y orquestan las imágenes que más tarde enviarán a todos los medios posibles para que estas sean publicadas, sin poder alterarlas o dejarlas en el olvido, porque ninguna redacción podría quedarse fuera de difundir la visita del presidente venezolano a la zona de Las Tejerías, recién afectada por las lluvias.

El deslave ocurrido la semana pasada suma 54 muertos y casi una decena de desaparecidos, y cientos de viviendas que desaparecieron de golpe.

Las lluvias registradas en las últimas horas en la ciudad de Maracay, la capital de esa región, la cual está a unos 120 kilómetros de Caracas ha quedado devastada por el desbordamiento del río en estado Aragua.

El presidente venezolano, Nicolás Maduro suma con la de hoy, dos visitas a las zonas afectadas. La semana pasada se le vio portando unas botas largas contra la lluvia y el lodo, en zonas inundadas y en desastre.

Lo que pocas veces se le ve a personajes como lo suelen ser los dictadores, esta vez Nicolás Maduro fue a la foto o a inspeccionar las labores de recuperación y a prometer más apoyo, estímulos y compromiso con todos los que perdieron su hogar y sobre todo sus lugares de trabajo.

La fotografía cedida por la oficina de prensa del Ministerio de Comunicación e Información (MinCI) Miraflores, nos muestra al presidente venezolano durante uno de sus recorridos por las zonas afectadas en Las Tejerías, frente a dos niños, aunque ella se ve un poco más grande, no podría asegurar que tenga más de 16 años.

El momento planeado para ser capturado es una escena con suficientes elementos para analizarlos.

El círculo tan pequeño alrededor de la escena, es decir, no hay más gente que son dos menores de edad que seguramente alguien los acercó al presidente hablándoles de las promesas del momento, como alimentación gratuita, apoyos para volver pronto a clases y limpiar la zona para tratar de recuperar sus hogares.

Nicolás Maduro no participa en la escena, aunque usted podría decirme lo contrario, puesto que está allí y lo vemos, sin embargo, él no muestra ningún tipo de interés de acercarse a este par de niños, ni siquiera extiende las manos para tomarlo al chiquillo que lo ve con los ojos de la inocencia y un tanto de ignorancia, pero parece que es un hombre poderoso y dice que nos va a ayudar.

Nicolás Maduro lo hace para la foto y lo hace bien. La niña con el cabello pintado de rubio, llora mientras ve la escena “solidaria”, pero también podría estar llorando porque sabe que no tiene más una casa, un lugar donde comer, donde dormir y ha perdido todo. No todo el lanto frente a un personaje como estos, es por admiración o fanatismo.

¿Quién podría admirar y fanatizarse más de un hombre que se ha encarado de despreciar a cada uno de los venezolanos y venezolanas por años?

La mujer que trabaja en el equipo del gobierno, la mira sonriente, como si todo fuera realidad, pero eso cumple con lo que necesita el jefe y eso la hace feliz. Alrededor los soldados, y equipo de rescate.

Todos a la distancia de una escena planeada. Incluso hay una segunda imagen que el gobierno de Nicolás Maduro publicó en su cuenta de Twitter, donde sigue estando con los dos niños, pero ahora pega el rostro del niño a su pecho, y toma a la niña del rostro, la cual sigue llorando. Mientras que alrededor, no hay más gente, solo equipo de gobierno.

En Twitter no hay ningún comentario de oposición, sino todo lo contrario. Felicidad y poesía para el pueblo venezolano.

La poesía de la farsa, de una escena acordada y la burla del llanto y la ignorancia de la gente que pierde todo y ante eso, no queda de otra mas que acceder a salir en la foto.

La poesía de la mentira - 7928d3dbcc3f642cbe6569a1c55efce1ded2a9f3w-1024x799
Foto: Fotografía cedida por la oficina de prensa del Ministerio de Comunicación e Información (MinCI) Miraflores. / EFE