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A pesar de los intentos de la fiscalía, la estrategia de los defensores de Joaquín Guzmán Loera en el juicio abierto en su contra en una Corte de Nueva York parece ser efectiva. En el banquillo de los acusados no solamente está el capo sinaloense, sino también la estrategia para combatir a los narcotraficantes que durante tres décadas han aplicado los gobiernos de Estados Unidos y México.

La primera semana del juicio contra el Chapo ha dejado un cúmulo de reportes rimbombantes, con el agravante de que Guzmán Loera tendrá que enfrentar a Ismael Zambada. En su alegado inicial, el abogado Jeffrey Lichtman sostuvo que se ha impuesto una narrativa sobre la “figura mítica” de su cliente, lo que ha dejado a Zambada incólume, no obstante que ambos afrontan los mismos cargos en la causa 1:09-cr-00466-BMC-RLM.

Lichtman aseguró que el Mayo —y no su cliente— es el principal narcotraficante en México, a quien describió como un hombre de la tercera edad (actualmente tendría 70 años) que a lo largo de las últimas cinco décadas ha delinquido sin que ninguna autoridad pudiera detenerlo.

El mayor de los hermanos Zambada, como Guzmán Loera, pudo evadir a la DEA y a la SIEDO tras refugiarse en el yermo del Triángulo Dorado. A finales de la década de los 80, el Mayo era visto frecuentemente en Mazatlán pero los intentos fallidos de la policía y de los Arellano Félix por eliminarlo hicieron que finalmente agarrara pa’l monte.

El Azul Esparragoza era su jefe y completa la triada de capos que hace 25 años protagonizaron una sórdida conflagración con los hermanos Arellano Félix por el control del trasiego de la droga en el Pacífico mexicano. Don Neto y Rafael Caro Quintero habían sido perseguidos y encarcelados por la muerte de Kiki Camarena.

El Vicentillo Zambada Leyva y su tío, Jesús, el Rey, Zambada, han proporcionado información a la fiscalía estadounidense para sustentar la causa contra el Chapo. Las evidencias expuestas ante el jurado durante dos maratónicas sesiones —a finales de la semana pasada— sólo muestran una parte de la historia, según el abogado de Guzmán Loera. “Pero hay otro lado de esta historia, un lado más feo… que los gobiernos de México y Estados Unidos buscan mantener oculto”.

Lichtman anticipó que este caso hará visibles los sobornos recibidos por “funcionarios gubernamentales del más alto nivel” en México y las desviaciones de los agentes policiales estadounidenses, además de que mostrará la permisividad de las autoridades de ambos países con Zambada.

El primer testigo estrella de la fiscalía es el Rey Zambada, quien en su primera comparecencia —el miércoles 14— ofreció una amplia explicación sobre las operaciones del Cártel de Sinaloa, incluida la toma del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Al día siguiente su relato fue impactante, por el relato de la fuga del Chapo del penal de máxima seguridad de Puente Grande en enero del 2001, sin duda, pero también por sus revelaciones sobre el atentado perpetrado contra el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, en mayo de 1993, en el estacionamiento del aeropuerto internacional Miguel Hidalgo de Guadalajara.

“Entonces, ¿a quién decidieron el gobierno de México y la organización Arellano Félix adjudicar este hecho? A Joaquín Guzmán”, argumentó Lichtman en su alegato inicial. “El cardenal fue asesinado. Y muy probablemente por el gobierno mexicano, en un esfuerzo por silenciarlo”.

Cuando el juez Brian Cogar lo reconvino sobre estas aseveraciones, el abogado del Chapo anticipó que “uno de los testigos” que llamaría la fiscalía haría referencia al suceso. Y refirió un informe oficial que comprobaría que su cliente era el objetivo de los sicarios contratados por los hermanos Arellano Félix y no el purpurado.

En la historia del Chapo, el parteaguas ocurre aquella primavera de 1993. El Rey declaró que sicarios enviados por Ramón Arellano Félix vigilaban el aeropuerto. “Escapó con vida”, dijo el Rey según consignaron los reporteros que estuvieron en la sede de los tribunales federales, en Brooklyn. El Chapo llegó a la terminal aérea antes de lo esperado y “el cardenal llegó en el mismo coche, lo mataron pensando que era él”. Zambada dijo ante el jurado que el Mayo contó después que los sicarios del Cártel de Tijuana mataron al cardenal por error.

Agentes de la DEA que trabajaron en México en aquella época sostienen que Posadas Ocampo no fue víctima de una confusión y que planeaba compartir información con el Vaticano sobre la corrupción en los niveles más altos del gobierno mexicano.

¿Reabrirán el caso Posadas?

Ayer se reanudaron las audiencias y el foco estaba puesto en los sobornos que habrían recibido funcionarios mexicanos del más alto nivel. Al cierre de esta edición, los informes habían tornado hacia la “furia asesina” del Chapo, quien habría sentenciado a muerte a Rodolfo Carrillo Fuentes por haberle negado el saludo. A Julio Beltrán Leyva mandó matar por haber desatendido sus indicaciones. Lo mismo, a José Luís Santiago Vasconcelos, un alto mando policiaco que rechazó una dádiva.

¿Las imágenes del día? La pistola escuadra con las iniciales JGL y la empuñadura de diamantes. Y el dicho de que el Chapo se relajaba en su escondite con una bazuca al hombro.

EFECTOS SECUNDARIOS

REINSERCIÓN. Bajo proceso, de acuerdo con la estadística oficial, actualmente están 6,144 jóvenes en conflicto con la ley, pero sólo 1,512 han sido privados de su libertad e internados en las mal llamadas “correccionales”. Mañana, en el Museo Memoria y Tolerancia, la ONG Reinserta presentará un estudio basado en entrevistas a 502 adolescentes privados de libertad e internados en distintos estados para identificar cuáles son los factores que los indujeron a conductas delictivas.