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Del Banco de México (Banxico) vamos a tener noticias el miércoles mismo si Donald Trump gana las elecciones de mañana, o bien, a las pocas horas después de la última reunión de este año de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed).

Si el mundo amanece con la bomba del triunfo electoral de Trump, prácticamente no habrá más remedio que una acción de contención monetaria y cambiaría inmediata.

Todo es mera especulación, pero la Comisión de Cambios tendría que soltar algo de las reservas internacionales para contener el pánico predecible en el mercado cambiario, que seguro llevaría rápidamente a la cotización del peso frente al dólar a niveles históricos.

Una reunión emergente de la Junta de Gobierno del Banco de México buscaría atajar la salida de capitales con un premio adicional que al menos alcanzaría otro medio punto porcentual.

Si, por el contrario, es Hillary Clinton la que se alza con la victoria y no parece haber un proceso postelectoral complicado, la moneda mexicana podría recuperar algunos centavos.

Quizá tendría alguna recuperación eufórica que superara 2%, pero rápidamente vería como los precios bajos del petróleo están ahí, como los desequilibrios financieros de México se mantienen y entonces se moderaría el optimismo. Pero habría calma.

En ambos casos la volatilidad está garantizada, sólo los resultados serían diametralmente diferentes.

Con Hillary festejando su triunfo, la Secretaría de Hacienda se tendría que dedicar de tiempo completo a cabildear con los diputados para que los gastos respeten el tímido proceso de corrección que envió el ejecutivo.

Tendrían que evitar que los señores legisladores se alocaran asignando gastos adicionales, sobre todo ahora que hay gobernadores que lanzan llamados de auxilio ante las pillerías de muchos recién salidos gobernadores.

Lo ideal sería que en un inaudito acto de responsabilidad de la Cámara de Diputados se designaran los recursos adicionales conseguidos en el papel de la Ley de Ingresos al atajamiento de la deuda pública. En fin, sueños guajiros.

Mientras tanto, el Banco de México esperaría la reunión de decisión de política monetaria de la Fed de los días 13 y 14 de diciembre, para que al día siguiente reaccionara a lo que mandaran los banqueros centrales de Estados Unidos.

Esto es, si sube la tasa de interés la Fed un cuarto de punto, tal cual lo espera el mercado, Banxico recetaría otro medio punto porcentual, porque esa es la proporción correcta entre ambos mercados.

Pero si por alguna de esas razones que sólo entienden los banqueros que comanda Janet Yellen, deciden no subir las tasas de interés y posponer para el 2017 el aumento, entonces Banxico se iría tranquilo de vacaciones y con una moneda menos presionada para las fiestas navideñas.

Misma situación extraordinaria si la Fed decidiera elevar medio punto porcentual su tasa de referencia, lo que obligaría a una acción más radical al banco central mexicano.

Todo, por supuesto, es mera especulación. Pero al final de eso viven los mercados.

Lo que hay que esperar es el primer paso mañana con las elecciones estadounidenses. Veladoras prendidas, por favor.