Elecciones 2024
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El war room de José Antonio Meade sabía que después del primer debate, tocarían fondo. Al concluir el primer mes de la campaña presidencial, Ricardo Anaya parecía con más arrestos para intentar la hazaña de frenar a AMLO y pronto vendrían las presiones del empresariado para forzar al voto útil, con todo lo que eso implicaba.

Para rescatar a Meade, pero sobre todo para salvar al PRI de una debacle de proporciones nunca vistas —para entonces ya había reportes sobre las bajas expectativas en las nueve elecciones para gobernador concurrentes con las federales— vendrían decisiones radicales.

René Juárez, Eruviel Ávila y Rubén Moreira quedarían a cargo de reconciliar a la cúpula tricolor con el ejército de operadores electorales. Los exgobernadores, a tierra. Y Claudia Ruiz Massieu, con la burocracia priista, para aminorar lo más posible el daño causado por la soberbia de Enrique Ochoa Reza.

¿Y Aurelio Nuño? El equipo de Vanessa Rubio también haría ajustes, sobre todo en el área de comunicación. Afuera, la presión mediática por la irrupción de la ex vocera calderonista, Alejandra Sota no amainaba pero dentro del war room ya había datos que probaban el fracaso de la primera etapa.

Pepe Becker produjo los spots pero no era el responsable del discurso y la imagen. Ni Sota ni Fernando Vázquez Rigada salieron del equipo meadeadista, pero perdieron influencia ante el ímpetu de Alejandro Quintero y Carlos Alazraki.

Para rescatar la campaña del 2018, Meade tenía que acercarse muy priista y menos ciudadano. Pero sobre todo, despojarse de aura de tecnócrata que tanto admiran sus cercanos y le generó simpatías entre los hombres del dinero y los representantes diplomáticos.

Y para enfrentar a AMLO, el ex funcionario peñista debía empuñar las armas de la emoción. Para los debates, Alazraki, mientras que el ex vocero peñista, David López, y el senador Armando Ríos Piter contribuyeron a simplificar el discurso del candidato para colocarlo mejor entre columnistas y líderes de opinión.

Cobijado por sus excompañeros del ITAM —Ernesto Cordero, José Antonio González Anaya y Virgilio Andrade, entre los más influyentes— Meade dio un giro emocional a su estrategia, en pos del voto duro del priismo y a la caza de los indecisos.

Para sacudir las estructuras partidistas, Ruiz Massieu y Juárez Cisneros. Para conectar con los grupos no partidistas, Ríos Piter y Julio Di Bella, quienes además formaban parte del equipo que trató de alinear la cabeza y el corazón del candidato junto con el consultor Luis Costa-Bonino.

En el fondo, hubo una corrección en la estrategia general de la campaña: el esfuerzo de ganar electores nuevos para la causa priista pasaba con despojar a Meade Kuribreña de su aura tecnócrata, pero al mismo tiempo de emprender una ofensiva contra el puntero. Y en ambos temas, el estratega uruguayo ofrecía las mejores credenciales, sobre todo a raíz de su reciente triunfo en las elecciones francesas, como asesor de Emmanuel Macron.

Costa-Bonino acumula un récord de victorias en Brasil, con Lula da Silva; en Perú con Ollanta Humala, y su natal Uruguay, con José Mujica. ¿Su mayor fracaso? La campaña presidencial del 2012 en México, a la que llegó —de la mano de Luis Mandoki— con una batería de spots que no fue del agrado del núcleo duro de lopezobradorismo, particularmente de su entonces vocero, César Yáñez, y del entonces jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, quien entonces era asesorado por el publicista español Aleix Sanmartin.

Fiel a su estilo —prefiere el bajo perfil y no tiene oficinas en la Ciudad de México— el sociólogo uruguayo se asume como “asesor estratégico personal” y en esta su segunda incursión a las campañas mexicanas, prefirió que la firma de su propiedad (LCB-Political Consulting) no facturara al PRI. Pero como la vez anterior, insistió fervientemente en una lectura distinta de las encuestas publicadas por los diarios capitalinos.

Suya es la idea —ahora ampliamente extendida— del “voto silencioso (sic)” que callan los encuestadores de los medios, quienes se habrían prestado a la estrategia lopezobradorista de imponer la narrativa de la inevitabilidad de la victoria del político tabasqueño. Los voceros de Meade han tropicalizado ese discurso y sostienen públicamente que las altas tasas de rechazo y no respuesta están ocultando a un segmento del electorado que respalda al abanderado oficialista.

¿Las encuestas publicadas subestimaron al PRI? Los estrategas meadeadistas sostienen que hubo un cúmulo de mediciones “manipuladas” y también, un amplio sector de la comentocracia que favoreció a AMLO y ayudó a construir “una percepción falsa” de la elección.

El cambio de dinámica permitió que Meade llegue a la cita de las urnas delante de Ricardo Anaya. ¿Le alcanza para rebasar a AMLO?

EFECTOS SECUNDARIOS

MENSAJERO. Frente a la cámara, con un fondo negro, aparece un muchacho, con una camisa azul. Tal vez, universitario, quien embargado por la emoción, anuncia sin pausas. “No voy a votar por alguien por poderes divinos que alimenta la ira y la desesperanza, que no tiene propuestas, no voy a votar por un Mesías que no me responde las cosas más simples y que si lo hace, lo hace con un chiste. Hoy voto por mí”. El video Razona Tu Voto sumaba 5.8 millones de impresiones en redes sociales en menos de 48 horas del cierre de las campañas. El límite de impactos establecido por el INE para este tipo de mensajes es de 6 millones.