Elecciones 2024
Elecciones 2024

Estamos a principios de marzo, las campañas aún no inician y falta poco menos de cuatro meses para la elección. Sin embargo, lo que estamos viendo podría ser considerado en la crónica de este proceso como un momento importante.

Sé también que faltan debates, campañas, escándalos, guerra sucia y muchas cosas normales o al menos que ya hemos visto en anteriores campañas, pero esta semana vimos algo inédito en México: un candidato, Ricardo Anaya —del frente formado por el Partido Acción Nacional (PAN), el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC)—, hizo algo que nunca había hecho ningún candidato, habló de una posible “cárcel” para el actual presidente. Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, 1994 y 2000, a pesar de ser un opositor radical, nunca llegó a este extremo; Vicente Fox en 2000 a lo más que llegó fue a decir que sacaría de Los Pinos a “las tepocatas y a las víboras prietas”, y López Obrador en 2006, cuando parecía que ganaba, simplemente le pidió al entonces presidente Fox que dejara de intervenir en la elección con aquella expresión de “Cállate, chachalaca” que después fue utilizada en campaña como “prueba de intolerancia”.

Hoy el salto es enorme. Aunque no fue una amenaza directa como podría ser las que utilizaron El Bronco en Nuevo León, Javier Corral en Chihuahua o Miguel Ángel Yunes en Veracruz, sí utilizó uno de los recursos del mal periodismo, conjugar en pospretérito: “En caso de que se demuestre corrupción del presidente Peña Nieto, podría ir a la cárcel”, que aunque en sentido estricto es una afirmación correcta, lo es siempre para todo lugar y para todo puesto, y que dicho en el contexto de una campaña electoral es inevitable que sea interpretado como una postura respecto a la presidencia o una estrategia de campaña.

Como estrategia, la única forma de interpretarla sería como un intento de captar el hartazgo ciudadano que hoy se manifiesta en los bajos índices de aprobación presidencial pero que beneficia desde hace tiempo a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien es visto en este momento como el candidato del antisistema. La estrategia entonces se puede leer en la búsqueda de irse hacia ese extremo, aprovechar que AMLO ha suavizado su discurso para robarle un pedazo de ese espectro; será difícil, porque en este caso —así como afirmamos que el PRI es el principal obstáculo de Meade para que su campaña levante, ya que los negativos vienen desde ahí— Anaya tendría en el PAN su obstáculo para posicionarse como antisistémico dado que junto con el PRD gobierna 48% del territorio después de gobernar 12 años al país.

Dijo que podría ser la semana más importante de la campaña porque esta semana se podría haber roto toda posibilidad de un llamado al voto estratégico. En 2006, para que Calderón pudiera competir con AMLO tuvo que recurrir al apoyo del priismo, lo que está registrado en varios textos como el del entonces presidente del PAN, Manuel Espino, e incluso en algunas grabaciones. Llegó el momento de la campaña de Calderón en que se dieron cuenta que por sí solos no les alcanzaba, así que parece que pidieron apoyo, no sé a que nivel pero me imagino que con los gobernadores, para que no ganara el candidato “de izquierda”. Lo lograron.

Hoy parece que Anaya rompió esta posibilidad. Baste ver el evento de aniversario del PRI, al que no asistió Peña Nieto (como tampoco asistieron ni Salinas en 1994 ni Zedillo en 2000) pero que estuvo presente en el discurso, y cuando fue mencionado el priismo le profesó un gran aplauso de pie. Los priistas están con su presidente, los priistas no tienen duda de quién es su líder. Entonces la amenaza velada de cárcel será vista como una declaración de guerra, como un camino del que ya no hay regreso.

Esto no quiere decir que Anaya ya perdió, no tengo idea, puede ser que le funcione esta estrategia como les funcionó a los ya mencionados hoy gobernadores de Nuevo León, Veracruz y Chihuahua, pero no es mi punto. Lo que vimos esta semana simplemente es la declaración de muerte a una posibilidad electoral que al inicio se manejaba, la de que en algún momento se unirían para combatir al antisistema. Eso, parece ser, no lo veremos.

Y ¿al revés? ¿Podrá el candidato del PRI José Antonio Meade pedir apoyo al PAN y al PRD para derrotar a AMLO? Probablemente, pero no veo en Anaya una voluntad de ceder, parece que va con todo y que peleará hasta el final, y aunque sea un lugar común decirlo faltan muchas cosas por pasar y seguramente algunas nos sorprenderán. Las veremos.