Elecciones 2024
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Cientos de veces tocamos nuestros teléfonos móviles al día, seguramente más del 80 por ciento se va en las apps de Zuckerberg: Facebook, Instagram y WhatsApp, con objetivos meramente sociales, familiares y de entretenimiento. Utilizando el teléfono inteligente como una simple plataforma de comunicación social, o para lo que fue creado su primera versión “no inteligente”: comunicar.

Esto no significa que cuando se crearon los teléfonos, en especial los inteligentes, haya sido con la principal tónica de ser una herramienta solamente de apoyo profesional. Arropando a la comunicación con otras amenidades y mejores plataformas de comunicación escrita, es decir mensajería. Ya sean los primeros tabiques para realizar llamadas, que solo podían pagar las empresas, o los Blackberry y Palms que comenzaron a darle vida errante a los emails, tenían una meta principal: acelerar el crecimiento empresarial.

Con la llegada de iPhone y Android comenzó el boom en el cambio de esencia de estos aparatos móviles, ofreciendo opciones de entretenimiento y nuevos auges sociales. Colgándose de la infraestructura que existía, modificando el ambiente social y desapareciendo a las plataformas con un tajante uso profesional como Palm o Blackberry.

Estas innovaciones fueron geniales, pues ahora contamos con una suite de innumerables ofertas profesionales, sociales y de entretenimiento en un simple aparato de unas cuantas pulgadas. Un simple aparato que hace la vida tan sencilla que a veces nos olvidamos lo sencillo que podría ser apoyarnos en este para ser productivos si aprovechamos esos cientos de momentos que lo utilizamos, en algo más que el entretenimiento.