Elecciones 2024
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Las campañas políticas deben de ser fotografiadas de inicio a fin, con la algarabía de la gente, los recorridos planeados o accidentados, los gritos de rechazo de hombres y mujeres que se encuentran hartos de los discursos políticos y de los propios eventos masivos.

La fotografía en este tipo de coberturas se convierte en un documento fundamental par a informar y para llevar la cronología de los hechos y las personas que van apareciendo frente y junto al candidato en cuestión.

Suelen cansadas o mejor dicho, exhaustas. No hay días de descanso, el ojo corre el riesgo de ciclarse y no lograr apreciar todo lo que hay alrededor de uno.

Al final, ser fotoperiodista o documentalista es una tarea ardua que nos impulsa a estar observando cada detalle y a mantener el ímpetu por querer capturar todo lo que sucede e incluso lo que pensamos que nunca sucedió.

Hace unos meses cubría una campaña en el estado de Nuevo León y en la primera reunión con el equipo visual, hablé sobre el inminente riesgo al que se enfrenarían en la segunda semana de recorridos con el candidato, por supuesto todos me vieron emocionados y con un ligero recelo.

Indiscutiblemente a partir de la segunda semana las fotografías eran las mismas, la gente eran casi las mismas y el recorrido caía en el natural ritmo de ir del inicio de una calle hasta el fin de la misma.

Es decir, es un proceso natural y entonces allí el fotógrafo está obligado a reinventarse y las cabezas de los equipos de comunicación deben motivarlos y forzarlos a ver más allá de la cotidiana ruta que día a día se repite.

Los equipos de comunicación trabajan de la mano con la logística y las propias estructuras para poder cubrir cada espacio por donde camina el candidato o candidata, es decir, para que vaya acompañado, para que la gente se motive a acercarse o a conocerlo, y sobre todo que las imágenes que se puedan capturar puedan ser publicadas para informar.

Una campaña no es nada fácil, son muchas personas involucradas y cada acto requiere de tiempo, esfuerzo y mucha organización.

El día de hoy se terminan de manera oficial cualquier acto oficial, masivo y que incite al voto por los partidos políticos y sus respectivos candidatos y candidatas, por lo que desde el fin de semana hemos visto eventos grandes como actos de cierre de campaña en donde lanzan sus últimos destellos de energía para terminar por convencer a la gente que ellos son la única y mejor opción.

Así el caso de la señora Clara Luz, candidata a la gubernatura del estado de Nuevo León, una mujer que inició con la fuerza que le daban la diversidad de colores en su imagen y su propio nombre, pero que terminó arrinconada por el color guindo de su partido y por su máxima mentira de la que nunca pudo revivir.

Cada acto debe de estar pensado para que los candidatos se acerquen a la gente, se vuelvan empáticos y se pongan de tú a tú con ellos. Imaginen que es la última oportunidad para convivir, para escuchar sus necesidades y preocupaciones.

Al final, los eventos multitudinarios fueron controlados por el tema de la pandemia, sin embargo, hubo y todos llegaron al máxime de los cuidados en materia de salud.

Pero bueno, este país es tan basto que fuimos testigos de escenas dignas de cualquier programa de sátira y de surrealismo político, claro, si es que existiera uno.

La fotografía de la que hoy hablo en este espacio es la de la regiomontana y ex alcaldesa del municipio de Escobedo en Nuevo León, quien dejó claro que de sus errores no logró levantarse de ninguno.

Ni de las declaraciones machistas de su marido, ni de olvidar la fecha en un video espontáneo, de demandar a un comediante standupero local, de su encuentro con el líder de la secta NXIVM, de su falta de control de daños, ni de portar el nombre del presidente casa por casa para promover la vacunación ante el Covid19.

Por supuesto todo esto, no solo la señala a ella sino a su equipo. Como por ejemplo lo que vemos en la foto.

Le apostaron a un lugar emblemático y monumental, el estadio de los Tigres de la UANL con capacidad de 42 mil 500 asistentes y que su equipo la coloca en la cancha, sola, lejana y muy distante.

El campo de futbol mide a lo largo un poco más de 105 mts y desde aquí no vemos a ninguna alma seguidora, más que a su equipo de foto y video.

Vemos a una mujer que justamente no da la cara, que busca ser gobernadora porque la playera lo dice, pero que también fue descuidada por todo su equipo de trabajo.

Sola en la inmensidad del campo, la gente tan lejos que ni siquiera podemos ver si se cumplió con la sana distancia o no. La contradicción de quien promete no fallarle a los regiomontanos, pero que no pudo solucionar ni siquiera sus propios problemas.

Las campañas son el resultado del buen o mal trabajo de los equipos de los candidatos, porque pueden ser buenos pero su gente quizá no tanto y entonces, eligen una foto en donde no coincide con el texto “No les voy a fallar”.

¿A quién le hablará? ¿ Alguien le habrá escuchado?¿Alguien le alcanzó a ver la cara? ¿Ella habrá alcanzado a ver a sus pocos simpatizantes? ¿Se habrá sentido arropada?

El político no debe de olvidar que cada acción verbal y no verbal comunica, que las fotografías atraen o repelen y que las decisiones en materia de comunicación son elementales para que el mensaje logre posicionarse y la gente, como usted y yo, nos logremos identificar con alguien cercano que sepa vernos a los ojos, escucharnos y hablarnos de frente.

Detalles que al menos con esta foto, no le encontramos a la candidata.

La foto más mala de su campaña - screen-shot-2021-06-01-at-235035
Foto de Clara Luz.