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En México, la vacuna contra el Covid sólo existe en los anuncios del presidente. Pocos se han vacunado. Vamos, ni el mismo presidente. Por eso se contagió. Es como la comida en Cuba y Venezuela, que sólo existe en la TV oficial. Escasos comen mas de una vez al día.

Aunque era de primaria saber que este gobierno fracasaría en la aplicación de la vacuna, si fue incapaz de implementar campañas exitosas de vacunación contra la influenza o la tuberculosis, algo que antes de su llegada al poder funcionaba razonablemente.

La vacuna entra en el campo de peor desempeño de este gobierno: la atención a la salud de sus gobernados. No tiene ninguna visión de salud pública integral. El fracaso es tal que, en la lista de medicamentos agotados, están ya hasta los la migraña.

Gobierno malo para gobernar, pero bueno en manejo de daños. El presidente dice cada mañana lo que quiere sin ser cuestionado, y controla los medios: casi todos los dueños tienen otros negocios que el gobierno les vigila con lupa, y no quieren provocarle enojos.

Por ejemplo, ya empezó a manejar el daño de su fracaso en la aplicación de la vacuna, al autorizar la compra de la vacuna a ciudadanos y gobiernos estatales, lo cual es una trampa para poder mañana repartir las culpas.

Una trampa, porque los protocolos sanitarios mundiales permiten la venta absoluta y exclusivamente a los gobiernos de los países. Un particular puede ofrecer, ahora mismo, mil millones de dólares por una vacuna para su uso personal y no puede obtenerla.

La verdad aterradora es que el gobierno no planificó con visión de Estado la compra de vacunas, y tiene pocas. El propio presidente admitió el 5 de enero que está todo listo para vacunar, salvo un detalle: “Vamos a depender de la disponibilidad de las vacunas”.

No se planificó con visión de Estado porque, por ejemplo, los primeros en vacunarse han sido los miembros de las brigadas del gobierno, que compran el voto casa por cada, entregando en mano recursos en nombre del gobierno.

Pero, cómo rayos habría de existir vacunas suficientes contra el Covid, si en las farmacias las listas de medicamentos agotados o escasos es casi interminable, desde los de quimioterapia y otros tratamientos contra el cáncer y VIH, hasta insulina para diabetes.

Imposible olvidar como comenzó el desastre, la falta de visión para una salud pública integral: comenzó cuando este gobierno suspendió los contratos con los proveedores de medicamentos y provocó escasez en los hospitales públicos.

Por ahí le entró al agua al coco del desastre, y ya faltan tratamientos hasta para el acné o la migraña.

¡Cómo habría de haber vacunas entonces!