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Sin duda las chinas poblanas son un símbolo de identidad en México. Su historia es larga, y aunque sus orígenes no son del todo claros, su figura ha trascendido los siglos para estar presente en la actualidad.

¿Qué niña no ha usado el vestuario de una china poblana para bailar el famoso jarabe tapatío en una ceremonia de la primaria o la secundaria? ¿Quién no se ha fascinado viendo a bailarinas mexicanas agitar las famosas faldas dotadas de sus “puntas enchiladas”, propias de las chinas poblanas, en algún espectáculo?

Sin duda las chinas son más mexicanas que poblanas. Hacía 1834 el alemán Carl Nebel las retrato en su obra “Viaje pintoresco y arqueológico sobre la parte más interesante de la República Mexicana en los años transcurridos desde 1829 hasta 1834”. El autor oyó decir que su vestimenta fue diseñada en Puebla, mientras que Payno aseguraba que su origen se encontraba en Guadalajara o la famosa ciudad de la talavera.

Acerca de su origen existe la anécdota histórica que asegura que en el siglo XVII fue capturada una princesa hindú llamada Mirra por piratas portugueses que surcaban aquellas aguas.

La leyenda dice que la mujer perteneciente a la nobleza se encontraba tomando un baño en la playa con algunos sirvientes y guardias, por lo que los piratas tuvieron el tiempo suficiente para robarla y subirla a su bote. De acuerdo a un escrito de Nicolás de León de 1921, a la princesa se le bautizó por los jesuitas ubicados en Filipinas como Catarina de San Juan. Con ese nombre fue vendida como esclava en la Nueva España al rico comerciante poblano Miguel de Sosa.

Algunos vecinos de la Angelópolis murmuraban que el mismo Virrey Marqués de Gélvez al saber que había sido capturada la había pedido para su servicio tan pronto como llegara a Acapulco.

Sin embargo, el valor del dinero habló por si mismo ya que Miguel de Sosa ofreció un valor mucho más alto por ella.

Al poco tiempo Catarina se casó con otro esclavo, este de origen chino llamado Domingo Juárez, por esta razón a Catarina se le empezó a llamar “La China”. A su muerte en 1688, se le adjudicaron varios milagros (entre ellos el ver y hablar con la Virgen María y con el Niño Jesús) y una vida pía, al grado que empezó a ser reverenciada en Puebla, ciudad donde su culto empezó a cobrar fuerza.

Aunado a esto, su cortejo fúnebre se llevó a cabo con gran pompa con la presencia de varios miembros de importancia pertenecientes a la Compañía de Jesús y al clero secular de Puebla.

La china poblana en la historia mexicana - poblanas-2
La vedette española María Conesa vestida de China Poblana.

A pesar de que varios autores afirman que en vida Catarina vestía “zangala de vivos colores durante los meses calurosos y templados”, prendas propias de las chinas poblanas, el mismo Nicolás de León registró que su vestimenta tenía más semejanza a las manolas españolas que a las chinas mexicanas, las cuales serían un elemento de importancia dentro de la sociedad mexicana a inicios del siglo XIX.

Pese a que Catarina dejó un fuerte precedente en la típica vestimenta de la china, hay otros investigadores que piensan que su origen se puede encontrar en un sincretismo de las trajes mestizos de México con el de las majas andaluzas y las lagarteranas del centro de España.

Otros mencionan que procede de la vestimenta de las indígenas de la Chinantla oaxaqueña la cual se fue enriqueciendo con el paso de los años, como sucedió a inicios del siglo XX.

La famosa cómica actriz y vedette española, María Conesa, realizó una de sus presentaciones usando la típica vestimenta de la china poblana llevando en su falda el escudo nacional, el águila parada sobre un nopal devorando una serpiente, toda bordada con lentejuelas. Esto a pesar de la prohibición de usar en la ropa los lábaros patrios.

El gesto tuvo gran aceptación entre el público, por lo que se incorporó de forma definitiva a su vestimenta. Posiblemente tuvo mucho que agradecer el no verse agraviada al ser amiga personal de Porfirio Díaz, Plutarco Elías Calles, Venustiano Carranza y muchos otros políticos de la época. Otra gran artista que popularizó el traje de la china poblana, y también el jarabe tapatío, fue Anna Pavlova, la famosa bailarina rusa.

La artista llegó a México en 1919, abarrotando todos los lugares donde se presentaba, agotando todas las localidades como sucedió el 16 de febrero del mismo año cuando se presentó en el Toreo de la Condesa frente a 16 mil personas.

Anna realizó la obra llamada “La fantasía mexicana”, la cual presentó en la Plaza de Toros de la Ciudad de México frente a 30 mil espectadores.

En ella, la famosa bailarina bailó el Jarabe Tapatío “de puntas” vestida con el traje de la china poblana acompañada del bailarín Alexandre Volinine vestido de charro. Posteriormente realizó una gira internacional donde popularizó dicho jarabe a nivel mundial, así como a la china poblana.

Otras grandes personalidades que usaron este traje tan elegante, coqueto y peculiar constituido por una enagua interior con encajes de bordados, otra exterior de lana decorada con listones y lentejuelas de brillantes colores como el rojo, el amarillo o el verde, así como una blusa de fina seda bordada con chaquira y el típico rebozo de seda fue María Félix en su película “La China Poblana”, estrenada el 12 de abril de 1944 en el cine Lindavista, donde se les dignificó y popularizó aún más.

Lamentablemente la investigadora Vázquez Mantecón comenta que en la actualidad no se encuentran copias de esta película en los acervos de las filmotecas, por lo que sería interesante confirmar la información.

La china poblana en la historia mexicana - poblanas3
Anna Pavlova. Foto de Wikipedia

Otra personalidad que usó este traje fue la esposa del primer embajador de España, la escocesa, Francis Erskine Inglis, mejor conocida como Fanny o Madame Calderón de la Barca.

En enero de 1840 decidió vestirse de china poblana para un baile oficial debido a que recibió el traje como regalo por parte de la esposa de un alto general mexicano. Con la ayuda de sus amigas obtuvo todos los detalles necesarios para su uso.

Sin embargo fue duramente criticada por los conservadores y moralistas (entre ellos el hijo de Morelos, Almonte) debido a la reputación que tenían las chinas poblanas de “libertas, rebeldes y coquetas”, de “putas honestas”, “quienes gozaban del sexo ilegítimo”, las independientes y aventureras.

Aún así Madame Calderón de la Barca lo vistió exaltando su belleza escocesa con el traje mestizo mexicano. Madame Calderón dejó asentado un precedente ya que durante varias décadas del siglo XIX las mujeres de las altas clases también utilizaron esta vestimenta en celebraciones patrias, cuando organizaban fiestas en sus haciendas y para asistir a bailes.

Regresando al origen de la china poblana, existe otra teoría la cual alude al sistema de castas el cual se estableció durante el Virreinato en la Nueva España. Sistema a todas luces racista elaborado para defender los intereses peninsulares y criollos que afectó el desarrollo económico y social de gran parte de la población de los territorios que conforman el actual México. Varias fuentes indican que en la Puebla de los siglos XVII y XVIII se les llamaba chinas a los hijos habidos entre un hombre africano y una mujer india, por lo que sería la palabra en este contexto sería sinónimo de mulato.

Sin embargo en otros territorios de la Nueva España un chino era el hijo engendrado por un hombre mulato con una mujer española o peninsular.

Por esos mismos años, los españoles le llamaban a su servidumbre indígena o mestiza “chinos”, haciendo alusión a sus ojos rasgados y también a los rizos de su pelo, en este último caso si descendían de padres africanos.

Recordemos que la esencia de la china poblana o mexicana siempre fue su sensualidad al poseer cuerpos con sinuosas curvas, así como abundante cabello ensortijado color obscuro, características que despertaban la lujuria de muchos hombres y en gran medida asociadas con las mujeres africanas y mulatas.

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Falda de la China Poblana donde se ve el águila parada sobre un nopal devorando una serpiente.
Foto de Enrique Ortiz García.

Cabe mencionar que el apogeo de las chinas “mexicanas” se dio entre 1840 y 1855, teniendo su ocaso en la segunda mitad del siglo XIX. El nacionalismo exacerbado que lleno los corazones de los mexicanos al finalizar la Revolución Mexicana las evocó, reviviendo su presencia en la cultura popular de nuestro país.

Por: Enrique Ortiz García
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