Minuto a Minuto

Economía y Finanzas Unos 40 mil productores en México mantienen producción de alimentos orgánicos en 2025
En México, los alimentos orgánicos son productos vegetales y animales cultivados y procesados sin pesticidas, fertilizantes, hormonas ni transgénicos
Economía y Finanzas Siete propósitos financieros para conquistar el 2026
Tomarte un momento para definir tus metas financieras puede hacer toda la diferencia. La clave está en que sean específicas, medibles y positivas
Internacional Israel estrena sistema de láser de alta potencia para interceptar cohetes y drones
El Ejército de Israel recibió su primer sistema de láser de alta potencia, el 'Iron Beam', que usará para interceptar cohetes y drones y actuará de forma complementaria a la 'Cúpula de Hierro'
Internacional #Perfil Brigitte Bardot, un paradójico icono de la cultura francesa
El rostro de Brigitte Bardot sirvió de modelo para el busto de la Marianne, que simboliza a la República francesa y sus valores de 'Libertad, Igualdad y Fraternidad'
Nacional Lamenta Sheinbaum 13 muertos por descarrilamiento del Tren Interoceánico en Oaxaca
A través de sus redes sociales, la mandataria federal informó que 98 personas resultaron lesionadas, de las cuales cinco se reportan en estado grave

Tenía razón Koba (Stalin): Un asesinato es una tragedia. Un millón de asesinatos son sólo una estadística.

Las grandes cifras no sirven para describir la intimidad inhumana del terror, la frialdad de sus creadores y sus ejecutores, el horror de sus métodos, su sistemático desbordamiento de la más macabra imaginación.

“Quizás hay una buena excusa para haberse creído el cuento de Stalin”, dice Martin Amis, como se lo creyó la inteligencia europea: “La historia real, la verdadera, es totalmente increíble” (Koba el temible, Anagrama/Koba the Dread, Vintage, 2002).

La verdad del terror sólo sube hasta nosotros en los detalles, en la recreación de Solshenitzin del Gulag o de Varlam Shalamov del campo ártico de Kolyma.

Desde luego, también, en la buena historia: de Robert Conquet, sobre el “Gran Terror”, a Anne Applebaumm sobre el Gulag o la hambruna ucraniana.

Más que leer, he subrayado estos días Koba el Temible, el gran tour de force personal del recién fallecido Martin Amis para ajustar sus cuentas personales con el gran hoyo de la tolerancia occidental a los horrores soviéticos, acaso a cuenta del heroísmo de sus soldados en la II Guerra.

Bien visto y bien sentido, sugiere Amis, el terror comunista fue peor que el nazi, y algo está mal en nuestra memoria:

“Todo mundo sabe de Auschwitz y Belsen. Nadie sabe de Vorkuta y Solovetsky.

“Todo mundo sabe de Himmler y Eichmann. Nadie, de Yeshov y Dzernishinsky.

“Todo mundo sabe de los 6 millones del Holocausto. Nadie, de los 6 millones de la hambruna ucraniana”.

Entre 1945 y 1966, escribe Solshenitzin, “fueron juzgados y condenados ochenta y seis mil criminales nazis en Alemania Occidental… Durante el mismo periodo, en la URSS, de acuerdo con los informes del Colegio de la Suprema Corte Militar, se juzgó sólo a diez”.

“En los 1980s”, sigue Amis, “Molotov y Kaganov, dos Eichmann viejecitos, vivían de su pensión del Estado en Moscú”.

Eran dos excepciones. Porque, resume Amis: “Stalin mató a todos los que hubieran conocido a Trotsky. Pero estaba matando también a todos los que hubieran conocido a Stalin –conocido, o visto o respirado el mismo aire”.

No quería testigos. Sabía bien quién era.