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Por aquí, explorando mis límites.Florestán

No sé en qué momento el entonces procurador general de la República, Jesús Murillo, afirmó en enero pasado que en la averiguación sobre los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos la noche del 26 de septiembre de 2014, en Iguala, había llegado a la verdad histórica, como si encontrarla estuviese entre las atribuciones del Ministerio Público de la Federación.

Siempre he tenido claro el falso dicho de que verdad solo hay una. Acepto, claro, el concepto: verdad es la coincidencia entre una afirmación y los hechos o una realidad, pero, insisto, que no es una sola, y menos tratándose de la histórica, que me parece la más endeble de todas.

Si recorremos ese abanico encontramos una gama tan amplia a partir de la verdad o la mentira, mayor ésta porque no tiene nada que ver con los hechos ni con la realidad; al contrario, es su falsificación, lo que le da posibilidades infinitas.

En el tema de la verdad tenemos una primera gran división: la subjetiva, que es la mía, siempre la mía y a veces solo la mía, y la objetiva, que es muy discutida por la ausencia, precisamente, de objetividad en el ser humano, profundamente subjetivo.

Pero también está la verdad ontológica y epistemológica; la verdad material y la formal; la verdad moral, científica, filosófica, lógica, universal; la verdad religiosa, jurídica, procesal; la verdad indeterminada, contingente, semántica, gramatical; la verdad metafísica, ética, existencial; la verdad revelada y la llamada verdad histórica que fue la que, entre todas, citó el entonces titular de la PGR, Murillo, para intentar dar por cerrado el caso de los 43 desaparecidos en Iguala.

Siempre he sostenido que de todas las verdades, las más frágiles son las religiosas, las objetivas y, sobre todo, las históricas.

Y es que esta última, aun sujetándose a patrones de registro, tiene un fallo central: la hace o dice quien tiene el poder o gana las guerras, lo que la convierte en manipulable y con el tiempo en la más endeble y rechazable.

Por eso, aún hoy, no alcanzo a entender por qué al resultado de una averiguación previa del Ministerio Público de la Federación se le dio categoría de verdad histórica.

Eso la hizo más frágil, más fácil de tirar que una verdad jurídica, que, creo, es lo que se buscaba y se sigue buscando hoy a casi un año de la desaparición en Iguala, de los 43 normalistas.

Y en eso seguimos atrapados.

RETALES

1. NADA. Ni se ha visto ni se ha sentido al nuevo secretario de Agricultura, José Calzada. Él sabrá por qué;

2. SALUD. La salida de Emilio Chuayffet de la SEP tuvo que ver con su salud, pero desde antes el Presidente de la República había tomado la decisión del relevo; y

3. ADELANTE. Si alguien suma 12 años en campaña, forzosamente tiene que llevar la delantera. Faltan los otros candidatos.

Nos vemos mañana, pero en privado

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Web: lopezdoriga.com