Minuto a Minuto

Nacional Dan 20 años de cárcel a César ‘N’, operador de ‘Los Chapitos’
César 'N' fue sentenciado a 20 años de cárcel por "el delito de delincuencia organizada con funciones de dirección, administración y supervisión"
Nacional Investigan muerte del juez Omar Felipe García, a cargo del caso contra César Duarte
El fallecimiento del juez Omar Felipe García continúa bajo investigación de la Fiscalía General del Estado de Chihuahua
Internacional “La paz será el destino de Venezuela”: Nicolás Maduro
"Sintámonos orgullosos de vivir en este tiempo lleno de desafíos y de nuevas posibilidades, porque este es el tiempo del renacer de Venezuela", dijo Maduro
Nacional Entre lodo y escombros, la Navidad en Veracruz dos meses después de las inundaciones
A más de dos meses de las lluvias e inundaciones en Veracruz, cientos de familias pasan la Navidad entre escombros y carencias
Internacional El rey de España advierte de una ‘crisis de confianza’ en las democracias
El rey de España, Felipe VI, advirtió este miércoles de que "las sociedades democráticas atraviesan, atravesamos, una inquietante crisis de confianza"

Lisboa, 1940. Primera maduración de la dictadura salazarista, una dictadura aburrida y sin estilo, que no pretende conquistar el mundo, sino mantenerse al margen de él.

Un oscuro viudo, empeñado también en mantenerse al margen de la historia, es redactor encargado de la página de cultura de un diario anodino. Escribe obituarios. Es un creyente absoluto en la autonomía de la literatura frente a la política y la sociedad.

Se llama Pereira. Su narración de los hechos ante un juez es la materia, el procedimiento narrativo, de una novela de Antonio Tabucchi: Sostiene Pereira.

Pereira no sólo es viudo, sino que no tiene hijos. Un corresponsal anónimo le ha enviado una reflexión sobre la muerte, asunto que empieza a rondarlo en su soledad glotona y melancólica.

Pereira quiere conocer al corresponsal. Se llama Francesco Monteiro Rossi. Lo llama y lo invita. Conoce luego a su novia. Va entendiendo que algo se agita en ellos, que hacen algo contra las continuas redadas de la policía y los muertos que dejan a su paso.

Pereira sabe que algo inaceptable sucede a su alrededor. Pero no quiere mirarlo, a diferencia de sus nuevos conocidos, que no sólo quieren mirar sino hacer algo al respecto.

Finalmente, Pereira descubre que sus amigos están siendo perseguidos, que se esconden. Monteiro, a estas alturas como un hijo para él, le pide cobijo y viene a su departamento.

Detrás de él llega la policía. Quieren darle una lección, le dicen a Pereira. Nada grave, sólo algo que no olvide. Los maestros se pasan de lección con la cachiporra. Dejan un cadáver donde iban a dejar una advertencia.

La historia que Pereira no ha querido mirar se mete en su casa. Debe tomar partido, elegir, ejercer su libertad, abstinente hasta entonces.

Eso hace. Inventa una forma de burlar la censura en su sección del diario. Escribe y publica ahí una narración pormenorizada del asesinato de Monteiro.

Después toma un pasaporte falsificado, de los que fabrican sus amigos, y huye.

La forma de declaración judicial que tiene la novela sugiere que Pereira no pudo escapar, que fue detenido por la autoridad contra la que se ha rebelado.

Pero la novela termina en el momento de su libertad elegida.