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Historia viva: Satanizando monumentos - retirar
San Cristobal de las Casas, 12 de octubre de 1992. La destrucción del monumento de Diego de Mazariegos.

Unos días atrás la diputada local (CDMX) perteneciente al Partido Verde, Teresa Ramos, propuso en la asamblea retirar las esculturas de Hernán Cortés y de Cristobal Colón que se encuentren en la Ciudad de México debido a los agravios que ambos personajes cometieron durante la exploración y conquista de México.

De acuerdo a la diputada, también sería importante cambiar los nombres de las avenidas que lleven el nombre de estos personajes.

Me pregunto, ¿será prudente en este año, 2019, justo cuando inician las conmemoraciones de los 500 años de “la Conquista de México”, retirar esculturas, placas, bronces de Colón y Cortés? ¿Acaso al realizar este tipo de acciones perdemos trozos de la historia de la Ciudad de México y de nuestro país?

No olvidemos que estos monumentos también cuentan con un importante valor artístico, y que reflejan diferentes momentos de la identidad nacional. Recordemos que no es la primera vez que esculturas o monumentos, incluso placas conmemorativas, son retiradas por las autoridades o atacadas por multitudes enojadas al recordar las acciones de los personajes son representados en ellas.

Muchos capitalinos recuerdan como el 2 de octubre de 2018, el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, José Ramón Amieva, decidió retirar todas las placas del Sistema de Transporte Colectivo, “Metro” donde se hiciera mención de los autoridades locales y federales que estuvieron en funciones en 1968, incluyendo al expresidente Gustavo Díaz Ordaz.

Entre discusiones acaloradas y debates ciudadanos, la gigantesca placa que conmemoraba la inauguración del “Metro” el 4 de septiembre de 1969 fue retirada. Acaso con esta acción, ¿los capitalinos perdimos un trozo de nuestra historia y de la Ciudad de México? ¿Fue prudente retirar la placa “más relevante” del Sistema de Transporte Colectivo porque fue colocada durante el gobierno de un expresidente famoso por ordenar o autorizar represiones violentas en contra de los movimientos estudiantiles?

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Foto de internet.

No siempre las autoridades son los responsables de remover o destruir monumentos, también hay casos en los cuales la población toma sus propias decisiones para retirarlos con violencia.

El 12 de octubre, “Día de la Raza”, de 1992 sucedió un hecho inusitado en la población chiapaneca de San Cristobal de las Casas. Por la mañana, un grupo de personas, todos de origen indígena, se reunieron en torno del monumento de Diego de Mazariegos, militar y explorador español que fundó las poblaciones de San Cristobal de las Casas y Chiapa de Corzo en el siglo XVI.

La intención de la multitud era destruir el monumento del fundador de su ciudad. Y así aconteció cuando con lazos, palos, martillos y sierras derribaron el bronce del insigne explorador para posteriormente arrastrarlo por las calles de su ciudad ya en trozos. Ese 12 de octubre, más de 15 mil indígenas caminaron enfurecidos por las calles de San Cristóbal, manifestándose en contra de los abusos sufridos durante la Conquista y el Virreinato. Los participantes llevaron cartulinas y pancartas donde se leían frases como: “Hoy cumple 500 años de robo, muerte y destrucción el pueblo indígena”, “12 de octubre, día de la desgracia” o “Cristóbal Colón, culo pelón”.

Estas propuestas de retirar monumentos no son exclusivas de México, recordemos que el 15 de septiembre del año 2017 el gobierno de Texas decidió retirar una estatua ecuestre del general confederado Robert E. Lee ubicada en un parque de Dallas. Fue necesaria una grúa de gran tamaño para remover el bronce de seis toneladas y cuatro metros de alturas que había sido develada bajo el gobierno del presidente Franklin Roosevelt en 1936 como parte de los 100 años de existencia del estado de Texas. El general mencionado combatió de lado de los Confederados durante la Guerra de Secesión de los Estados Unidos de América entre 1861 y 1865. Uno de los principales motivos por el que estalló esta Guerra Civil fue debido a que siete estados de EE.UU. decidieron defender el derecho a tener esclavos dentro de sus territorios, por lo que decidieron declarar su secesión con la intención de formar los Estados Confederados.

Su militar más distinguido fue Robert E. Lee, quien consideraba que la esclavitud debía de mantenerse, e incluso expandirse ya que consideraba esencial la mano de obra de miles de esclavos para las laboras agrícolas en algunos estados de la Unión Americana.

Lo mismo sucedió en Baltimore cuando en agosto del 2017 decidieron remover el monumento donde aparecía Robert E. Lee y Stonewall Jackson, dejando la base del monumento vacía y con pintas de grafiti que decían “Black lives matters”, “las vidas de las personas de color también importan”.

A diferencia de México, en EE.UU. existen una gran cantidad de grupos basados en la supremacía racial que constantemente se reunían en torno de los monumentos de los héroes y militares confederados durante la Guerra de Secesión, a quienes consideran símbolos pro-esclavistas, de la supremacía blanca y del racismo. A pesar de estos argumentos, el actual presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump, en una conferencia de prensa preguntó a manera de reflexión si también era necesario retirar las esculturas de Thomas Jefferson y George Washington debido a que ellos, en su momento también tuvieron esclavos de color.

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Un trabajador limpia un grafiti de la base del Monumento de Robert E. Lee y Stonewall Jackson tras la retirada de las estatutas en el parque.

La propuesta de la diputada del Partido de Verde al parecer cae en oídos sordos debido a la poca relevancia de la misma si es comparada con los problemas que realmente aquejan a los capitalinos, como la seguridad, la movilidad, la escasez de agua entre otras.

De entrada es importante comentar las pocas, casi nulas, representaciones del conquistador Hernán Cortés en la Ciudad de México y en todo el país. Existe una réplica del busto que realizó Manuel Tolsá a finales del siglo XVIII ubicado en el interior del Hospital de Jesús, así como un conjunto escultórico llamado Monumento al Mestizaje en el parque Xicotencatl ubicado en la Delegación Coyoacán, donde aparece lo que podríamos llamar “la primera familia mestiza”, integrada por Cortés, Malintzin y el joven Martín Cortés que llevaría hasta su muerte el mote de el “mestizo.

También existe una estación de metro llamada Villa de Cortés que recuerda que al inicio del sitio de Tenochtitlán, Cortés colocó su “cuartel general” en un islote que albergaba algunas fortificaciones mexicas, conocido como Acachinanco o Xoloc. Desde esta posición, Cortes coordinó los ataques de las columnas que sitiaban a la capital mexica, controlando la calzadas de Tlacopan (Tacuba), Ixtapallapan (Iztapalapa), Tepeyac, Azcapotzalco y Tenayuca.

Otro conjunto escultórico poco conocido del conquistador de México se encuentra en un lugar remoto, entre los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, en el paso que dio nombre. Se trata de una gigantesca placa de bronce empotrada en un marco de cantera, donde se ve nuevamente al conquistador rodeado de sus capitanes y de los aliados indígenas, recordando que por ese lugar en 1519 entro el ejército aliado a la Cuenca de México, corazón de la Triple Alianza.

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Monumento ubicado en el Paso de Cortés, donde aparece el conquistador, capitanes y aliados indígenas.

Una reflexión para finalizar. Los personajes históricos no son héroes o villanos, ni tampoco de color negro o blanco. Como cualquier ser humano tuvieron virtudes y defectos, acciones admirables y también deleznables. Así como Cristóbal Colón fue un gran explorador, lleno de valentía, coraje, con amplios conocimientos de navegación, también fue un esclavista y un gobernante despótico en los fuertes y asentamientos que fundó en la recién descubierta América.

Lo mismo podemos decir de Hernán Cortés. ¿Acaso si quitáramos los monumentos de estos personajes no también tendríamos que hacer los mismo con Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles, Francisco Villa, Porfirio Díaz, y muchos otros personajes de la historia mexicana por algunas decisiones erróneas que tomaron? ¿Y que decir del Palacio del Santo Oficio ubicado al norte de la catedral? ¿También se tendría que demoler si seguimos con la misma lógica? Reitero, las placas, monumentos, esculturas fueron realizados para mantener viva la historia colectiva de nuestra ciudad, recordando en calles, glorietas, avenidas y edificios los hechos que acontecieron y los personajes que las caminaron o habitaron. Esas huellas de bronce, cantera y herrería son las que hacen única a nuestra ciudad, siempre llena de cultura.

Enrique Ortiz García
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