Se dice que, invitado a Michoacán por Diego Rivera, André Breton requirió una mesa de trabajo y el carpintero se la entregó igual a como el francés la dibujó… ¡en perspectiva! De no ser cierta, la anécdota es tan buena que merece darse por tal, pues al pionero del movimiento que busca trascender lo real … Continued
Se dice que, invitado a Michoacán por Diego Rivera, André Breton requirió una mesa de trabajo y el carpintero se la entregó igual a como el francés la dibujó… ¡en perspectiva!
De no ser cierta, la anécdota es tan buena que merece darse por tal, pues al pionero del movimiento que busca trascender lo real a partir del impulso psíquico de lo imaginario y lo irracional se le atribuye haber exclamado que la paternidad del surrealismo no era suya, sino de los mexicanos.
En apoyo del diagnóstico está el punto y aparte de ayer en la historia interminable de absurdos que se escribe en Michoacán: como sucedió con Hipólito Mora el sábado reciente, Luis Antonio Torres (Simón El Americano) fue trasladado a un penal federal, concediéndole un trato de visitante distinguido, pero no de probable multiasesino.
Ambos líderes y sus institucionalizados paramilitares se agarraron a balazos el 17 de diciembre; se les invitó a entregarse, lo hicieron más de diez días después, y lo surrealista se vuelve ya de manicomio: sus abogados están considerando unirse para una defensa común ¡de los enemigos…!