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Los que duermen juntos tienen los mismos sueños. Florestán

La noche del miércoles 29 de marzo de 2000 recibí una llamada de Bernardo Gómez, que estaba en Nueva York con Emilio Azcárraga, y me dijo: Nos vemos mañana a las nueve en la oficina de Emilio.

Días antes habíamos quedado que a la salida de Guillermo Ortega, que había sucedido a Jacobo Zabludovsky en el noticiario nocturno de Televisa, yo seguiría en Primero Noticias, que había iniciado siete meses antes, el 6 de septiembre de 1999, espacio que se construyó de la nada en dos semanas, con el respaldo de Emilio, Bernardo y la operación fundamental de Leopoldo Gómez, que unos meses antes había asumido la vicepresidencia de Noticieros Televisa en relevo de Félix Cortés.

Como quedamos, el jueves 30 de marzo, al terminar la emisión de Primero Noticias, fui a la oficina de Emilio, donde estaba Bernardo, y me dijo que iba a conducir el noticiario de la noche, lo que me sorprendió, yo no quería dejar el matutino. En muy poco tiempo se había colocado en la audiencia con lances como el memorable debate entre Diego Fernández de Cevallos y Andrés Manuel López Obrador. Finalmente dije que sí, y pedí tiempo antes de que lo anunciaran para hablar con mi familia porque eso, sabía, como fue, les iba a cambiar la vida de un modo radical, como sería a lo largo de los últimos 16 años.

La mañana del viernes 1 de abril Emilio Azcárraga llegó al estudio de Primero Noticias y allí, al aire, hizo el anuncio de que a partir del lunes 3 iniciaba el noticiario nocturno.

De entonces a la fecha han corrido 16 años, cuatro meses y 19 días, en los que noche a noche, a lo largo de 4 mil 276, he conducido el noticiario más visto de México sin faltar a una sola emisión, ni por motivos de salud, solo en mis necesarias, mas no merecidas vacaciones.

Y ha sido una travesía apasionante, extraordinaria, única, de altas y bajas, de buenas y regulares que me ha permitido ser cronista de privilegio de la historia diaria de un país que de aquel 3 de abril de 2000 a este 19 de agosto de 2016 es otro. Entre otras muchas cosas, como testigo de primera fila, que nunca protagonista, de las dos transiciones democráticas y narrar los hechos que han cambiado a este país, sus éxitos y fracasos, sus auges y sus crisis, sus hazañas y sus tragedias, las mías, los míos.

Días y noches en las que no hubo descanso, lo que nunca fue un sacrificio, he hecho, y seguiré haciendo, lo que me gusta, lo único que sé: ser reportero y, desde esa base, contar, narrar, documentar los últimos 16 años de este país.

Esta noche termino este largo e intenso ciclo de mi vida y quiero dar las gracias a Emilio, a Bernardo, a Leopoldo y a todos mis compañeros: Vega, Lola, Ana Bertha, Oscar, Dianita, Raúl. A Amador y a los señores, como les digo, Arvizu y Lugo, a Carlitos. A todos los reporteros, camarógrafos, equipos de producción y técnico.

Y al mirar atrás, ver que mi familia fue la gran damnificada de todos estos años que les sustraje y que me comprometo no a reponer, pero sí a recuperar, porque así soy yo.

Esta noche termina una etapa inolvidable y el lunes inicia otra.

Gracias a todos.

Nos vemos el martes, pero en privado

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Twitter: @lopezdoriga o Web: lopezdoriga.com