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En su afán de gobernar el país como un campamento, el presidente ha comprado, sin comerlo ni beberlo, el desprecio por el conocimiento que muestra la directora de Conacyt, nombrando personas sin estudios requeridos, en cargos para atender asuntos de ciencia y tecnología.

El presidente considera “una campaña de la mafia de la ciencia” a quienes critican que en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, la directora general, doctora María Elena Álvarez-Buylla, Premio Nacional de Ciencias 2017, haya designado en puestos clave a:

  • A alguien sin mayores estudios que una pasantía en Comunicación.
  • A alguien sin mayores conocimientos de organismos genéticamente modificados que “conocer de maíces nativos mexicanos porque proviene de una familia campesina de Milpa Alta”.
  • A alguien sin mayores atributos para administrar que ser “demostradora de lencería en Vicky Form y Carnival”.

¡Vamos! Es un escándalo por el que debe responder la doctora Álvarez-Buylla y no el presidente. Al contrario, es ella quien debe rendir cuentas al presidente, por su incapacidad para rodearse de colaboradores con perfil requerido para promover la investigación y el fortalecimiento académico.

Salvo que se trate de una estrategia oficial para favorecer la fidelidad al gobierno y no al talento (como ocurre en los regímenes totalitarios de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia), la doctora Álvarez-Buylla le ha fallado al presidente al designar a:

  • David Alexir Ledesma como subdirector y coordinador de comunicación e información estratégica, aunque todavía cursa tercer semestre de Comunicación y su mayor experiencia laboral es haber sido editor en el portal noticioso de Jenaro Villamil y ayudante de Dolores Padierna.
  • Edith Arrieta Meza como subdirectora de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados, aunque sus estudios son de Diseño de Modas en la Universidad Jannette Klein, especializada en diseño de tendencias y prendas sofisticadas.
  • María Chávez García como secretaria Administrativa del Fondo Sectorial, aun cuando su grado máximo de estudios es la secundaria y sutrayectoria empresarial es “haber sido demostradora de lencería para las marcas Vicky Form y Carnival Creations México”.

Aunque, por la fuerza con que salió ayer el presidente a criticar a “la mafia de la ciencia”, pareciera que en el México de hoy, así como en la Venezuela de 2003, empieza a valer sorbete la meritología como el premio laboral lógico de a cada quien según su capacidad, a cada quien según su trabajo.

Es recordado en Venezuela el hundimiento total del conocimiento, por Hugo Chávez, cuando en abril de 2003 despidió de un solo golpe a 17 mil 871 gerentes y técnicos de alto desempeño de la petrolera estatal, al considerar que “no necesitamos esas lacras”.

“Mafia de la ciencia”, “lacras”…

Con esos truenos, no hay quién duerma.