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Dos semanas después de haber sido extraditado de España –de donde salió sano– a México –a donde llegó enfermo– tras sostener dos comparecencias –iba yo a escribir complacencias– judiciales, que ningún ciudadano presenció, Emilio Lozoya (ERLA para los cuates de la FGR), salió del hospital, sin enfermedades –hasta que vuelva a necesitarlas–, sin pasaporte y con un brazalete electrónico con el que podrá seguir su proceso en libertad, sin salir de la Ciudad de México, cuyo domicilio en la misma quedó registrado ante el juez.

También el indiciado debe presentarse a firmar los días primero y 15 de cada mes, con cinco días de tolerancia, en los juzgados del Reclusorio Norte o en la Unidad de Seguimiento a Medidas Cautelares y Suspensión Condicional del Proceso (UMAC). Por razones del Covid-19, esta instancia está cerrada, de tal suerte –nunca mejor usada la expresión– que ningún presunto responsable de delitos, que goce de libertad condicional, tiene que acudir a firmar. Lozoya únicamente envió un correo electrónico para cumplir, por primera vez, con este trámite.

Horas después de que el exdirector de Pemex abandonara el hospital, en una acción encabezada por el Ejército mexicano y apoyada por la Fiscalía Estatal de Guanajuato (FEG), la madrugada del domingo fue detenido José Antonio Yépez, alias El Marro, quien fue trasladado, sin ninguna revisión médica, ni pretexto alguno, a la prisión de alta seguridad del Altiplano para ponerlo a disposición del juez federal que dictó su orden de aprehensión por delincuencia organizada, extorsión, secuestro y robo de combustibles en los ductos de Pemex.

Si alguien al leer el párrafo anterior piensa que el autor del mismo pretende defender al transgresor guanajuatense, se equivoca. Mi texto tiene por objeto enfatizar lo disparejo de la cancha para uno y otro delincuente. Así como El Marro fue trasladado a la cárcel del Altiplano, Lozoya debió ser transportado, sin contemplaciones, al Reclusorio Norte.

Los dos son malhechores, uno de cuello blanco y el otro, al parecer, no tiene cuello; uno se viste con Ermenegildo Zegna y el otro con Christian Pior; uno se expresa con lenguaje tecnocrático y el otro en cabroñol. Ambos, entre sus delitos, tienen el de defraudar a Pemex, uno por comprar chatarra con un multimillonario sobreprecio y el otro por ordeñar ductos portadores de energéticos. Los dos son huachiculeros.

Ojalá que con El Marro en la cárcel disminuya la violencia en Guanajuato, aunque es posible que la ausencia de éste le deje el campo libre al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) que comanda El Mencho.

Por cierto, los diputados panistas de Guanajuato quisieron quedar bien con el gobernador Diego Sinhue y a través de su cuenta de Twitter manifestaron: “Reconocemos el trabajo del gobernador @diegosinhue y de todos los que participaron en la detención de El Mencho”. Les llovieron burlas por la imperdonable confusión. (zonafranca.mx/política-sociedad-panistas-confunden-a-el-marro). La captura del Marro de marras provocó que la sociedad guanajuatense se volcara en las redes sociales para felicitar a su gobernador Sinhue… por no estorbar en la detención. (elgatopoliticonews/2020/08/02/felicitan-a-gobernador).