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Del creador del “no suban la tasa porque la inflación es temporal”, llega ahora el “vamos por un desacople de las decisiones de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed)”.

Gerardo Esquivel, subgobernador del Banco de México, tiene una visión personalísima de cómo manejar la política monetaria, prácticamente como si el banco central tuviera la misión dual de cuidar el poder de compra y el pleno empleo. Y está muy bien que lo exprese abiertamente.

Tanto como Jonathan Heath, otro muy vocal subgobernador del banco central mexicano, quien no tiene ningún empacho en expresar sus puntos de vista abiertamente.

Un banco central efectivo debe ser autónomo, técnico, asertivo, pero también con una voz fuerte que se escuche e influya en el ánimo de los agentes económicos.

En sus casi 30 años de autonomía, Banxico ha tenido como cabeza lo mismo a un Miguel Mancera Aguayo, de la vieja guardia, a quien le tocó la transición; Guillermo Ortiz, artífice de una baja sostenida de la inflación hasta niveles estables y quien fue capaz de confrontar al presidente Calderón; Agustín Carstens, didáctico, metafórico, con amplio reconocimiento global y con el mejor récord de estabilidad en los precios; y Alejandro Díaz de León, alumno de los anteriores y con una voz que supo hacerse escuchar.

Es un hecho, hoy al Banco de México le falta esa voz de liderazgo que, en estos momentos de doble desafío, inflación alta y un gobierno con tintes autoritarios, no deje dudas sobre la determinación del banco central de cumplir con su misión única y autónoma de tener en este país una inflación baja y estable.

Eso sí, no es posible regatear al Banco de México que la trayectoria de sus decisiones mayoritarias, algunas unánimes, ha sido la correcta.

No fueron todos, pero algunos integrantes de la Junta de Gobierno (usando el lenguaje de sus minutas) vieron venir la inflación como un fenómeno que no sería temporal y tomaron decisiones mayoritarias en sentido contrario de la visión de otro que pensaba que sería algo pasajero.

Ninguno de los que tenemos créditos vigentes a tasas variables quisiéramos ver el referente del banco central tan cerca de 10%, pero se ha popularizado el valor de mantener la inflación baja.

El tipo de cambio es estable y la política monetaria es creíble, pero al Banxico le falta esa voz de mando que refuerce con sus palabras las decisiones técnicas de toda la Junta de Gobierno.

Sobre todo, por la devaluación de los mensajes económico-financieros expresados o coordinados desde Palacio Nacional.

¿Cómo cuál? Bueno, como aquella insistencia de la Secretaría de Hacienda de que el Producto Interno Bruto de México va a crecer a 3% durante el próximo año y si fallan, pues no importa, porque su rango empieza en 1.2 por ciento.

No, no parece el momento de que Banxico se desligue de la Fed, como dice uno, como tampoco parece que ya tengamos que dar por descontado un aumento de 75 puntos base en noviembre, como dice otro. Ese banco lo hace bien, pero le falta una voz fuerte y creíble como las de antes.

Al Banco de México le falta esa voz de mando que refuerce con sus palabras las decisiones técnicas de toda la Junta de Gobierno.