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"Rusia no es capaz de ocupar lo más importante: nuestro corazón ucraniano, nuestra fe de los unos en los otros", dijo Zelenski
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Maduro encabezó una cena navideña en Caracas, donde afirmó que “el imperialismo no puede” con Venezuela, en alusión a la presión de EE.UU.
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Nacional Declaran culpable Javier López Zavala a por el feminicidio de Cecilia Monzón
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Ayer fue el día de María Corina Machado, el día de la voz de la libertad de Venezuela. Hay todo que oír en las palabras que María Corina puso en su discurso de Premio Nobel de la Paz. Algunas, creo, deben escucharlas atentamente los mexicanos:

“Cuando comprendimos cuán frágiles se habían vuelto nuestras instituciones, ya era tarde. El cabecilla de un golpe militar contra la democracia fue elegido presidente, y muchos pensaron que el carisma podía sustituir el Estado de derecho.

“Desde 1999, el régimen se dedicó a desmantelar nuestra democracia: violó la Constitución, falsificó nuestra historia, corrompió a las Fuerzas Armadas, purgó a los jueces independientes, censuró a la prensa, manipuló las elecciones, persiguió la disidencia y devastó nuestra biodiversidad.

“La riqueza petrolera no se usó para liberar, sino para someter. Se repartieron lavadoras y neveras en televisión nacional a familias que vivían sobre pisos de tierra, no como símbolo de progreso, sino como espectáculo. Apartamentos destinados a la vivienda social se entregaban a unos pocos como recompensa condicionada a la obediencia.

“Y entonces llegó la ruina: una corrupción obscena, un saqueo histórico. Durante los años del régimen, Venezuela recibió más ingresos petroleros que en todo el siglo anterior. Nos lo arrebataron todo.

“El dinero del petróleo se convirtió en un arma para comprar lealtades en el exterior, mientras el Estado se fusionaba con el crimen organizado y con grupos terroristas internacionales.

“La economía colapsó más de un 80%, la pobreza superó el 86%, y nueve millones de venezolanos se vieron obligados a huir.

No son solo cifras; son heridas abiertas.

“Pero más profundo y corrosivo que la destrucción material fue el método calculado para quebrarnos por dentro. El régimen se propuso dividirnos: por nuestras ideas, por raza, por origen, por la forma de vida.

“Quisieron que los venezolanos desconfiáramos unos de otros, que nos calláramos, que nos viéramos como enemigos. Nos asfixiaron, nos encarcelaron, nos mataron, nos empujaron al exilio.

“Han sido casi tres décadas de lucha contra una dictadura brutal. La esperanza se derrumbó, y con ella se fue apagando la fe en que algo pudiera cambiar. La posibilidad de un cambio se volvió una ingenuidad o una locura”.

A su manera, México está a la mitad de ese camino.