La agitación en Guerrero y la renaciente agitación en Michoacán han avivado la narrativa de los biliosos, cuyo objetivo es descarrilar los procesos electorales en ambas entidades. Sería la primera vez en más de un siglo que se suspendieran elecciones de gobernador, por eso lograrlo significaría una piedra más en el camino del actual gobierno … Continued
La agitación en Guerrero y la renaciente agitación en Michoacán han avivado la narrativa de los biliosos, cuyo objetivo es descarrilar los procesos electorales en ambas entidades.
Sería la primera vez en más de un siglo que se suspendieran elecciones de gobernador, por eso lograrlo significaría una piedra más en el camino del actual gobierno federal.
De cuanto contengan la violencia verbal los políticos en el proceso electoral dependerá que eso no ocurra, pues ni ellos se librarían del daño que suspender elecciones estatales causaría a la democracia que tanto ha costado construir.
¡Duro, duro! ¿Qué tanto?
Son muchas las voces que les exigen a los gobiernos contener la violencia callejera de los grupos radicales que medran con la tragedia de Iguala y tan arropados por los medios convertidos en cruzados.
Contener esa violencia exigirá, por supuesto, acciones de las autoridades que, como siempre, una vez realizadas, enfrentarán la reacción automática de un sector de opinión que gritará: ¡represión, represión!
Quienes exigen acciones de las autoridades para contener la violencia callejera han planteado una ecuación que parece irresoluble: contengan la violencia, pero sin reprimir. Podrían empezar por definir qué entienden por represión.
No querían un Estado fuerte
El comportamiento de grupos de interés, nacionales y extranjeros, así como de sectores ideológicamente definidos, demuestra que el discurso que escuchamos desde hace varios años era falso.
Decían que en México el Estado había cedido espacios, que había retrocedido durante los sexenios panistas y casi nos convencieron que de verdad querían para nuestro país un Estado fuerte.
De alguna manera las reformas realizadas en año y medio por el actual gobierno tuvieron ese objetivo, pero cuando los reclamantes vieron que estaba cerca de hacerse realidad han iniciado una guerra propagandística para debilitar al Estado. Mintieron, pues.
NOTAS EN REMOLINO
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