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Muchas noches de insomnio debe haber sufrido Elba Esther Gordillo Morales durante los cinco años y cinco meses que estuvo en reclusión. Esas noches en lugar de contar borregos brincando la cerca, que es lo clásico para el insomnio, o, cuando menos, contando –otra clase de borregos- maestros del SNTE saltándose las trancas, la maestra las pasó arrepintiéndose de haber volado de San Diego a Toluca y no a Guadalajara como lo tenía planeado porque ese día tenía programada la trigésima sexta Reunión Extraordinaria del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).

En el insomnio, debe haber repasado una y otra vez, aquel lunes 25 de febrero, cuando el presidente Enrique Peña Nieto promulgó la Reforma Educativa, ceremonia a la que no fue invitada no obstante ser la cacique sindical del magisterio. “Pero cómo no sospechaste que el ánimo presidencial estaba totalmente en tu contra” –se habrá dicho revolviéndose sobre la cama. Ese mismo día, le habló el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, para invitarla a cenar al día siguiente. Elba se excusó dado el compromiso sindical que tenía en Guadalajara. Al día siguiente, cuando estaba por abordar el avión privado que la llevaría a la capital de Jalisco, le habló el entonces secretario de Hacienda, Luis Videgaray, quien de manera directa invitó a la maestra a desayunar al día siguiente (miércoles) en Palacio Nacional. Sabedora que Videgaray estaba fungiendo como una especie de vicepresidente, para no quedar mal con la invitación tempranera, cambió el plan de vuelo, decidió cancelar su presencia en Guadalajara, y volar directamente a Toluca. “Esa fue tu perdición” –conjetura el que escribe que así eran sus monólogos de insomne. “¿Cómo fue que creíste que era una invitación de buena voluntad? Te atontaste” –sigo imaginando el soliloquio interno, inclusive pienso que no se dijo “te atontaste”. Fue más dura con su persona y de plano usó un “te apendejaste”.

Luego de reprocharse su propia desgracia, el amanecer la sorprendía pensando en la venganza, el desquite, la revancha; elaborando una lista mental de los traidores comenzando con los tres ya mencionados a los que agregaría a Emilio Chuayffet, Aurelio Nuño, el procurador Murillo Karam –todavía no estaba cansado-; y, por supuesto, el Judas sindical, aquel que representó el papel que la maestra había desempeñado años antes –el 22 de abril de 1989- en contra de su mentor Carlos Jonguitud Barrios: Juan Díaz de la Torre.

En más de una ocasión debe de haberse despertado, asustada y sudorosa recordando el momento en que su avión aterrizó en Toluca y ya lo esperaban media docena de agentes judiciales armados y a bordo de un avión de la Marina: “Tenemos una orden de aprehensión contra usted” –le dijo el que mandaba.

Pero no todas las noches deben de haber sido de insomnio. Muy bien atendida por los médicos le han de haber recetado antidepresivos y ansiolíticos para poder sobrevivir al desánimo y a la inquietud. Tranquila y relajada, tal vez pasó por su mente la idea de escribir sus memorias. Para tal efecto recrearía el momento en que surgió como lideresa sindical durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Pero antes tendría que consignar su traslado de su tierra natal, Chiapas a Ciudad Nezahualcóyotl donde fue maestra de primaria. También relataría su ingreso al PRI en 1970 y su actividad en el SNTE donde ocupó la secretaría de Trabajo y Conflictos en 1973 bajo la tutela del profesor Jonguitud. Contaría las dos veces que fue diputada en 1979-82 y en 1985-88 ocasión, ésta, en la que le correspondió contestar el V Informe de Gobierno de Miguel de la Madrid.

Reclutada por Manuel Camacho Solís, que al comenzar el sexenio la nombró Delegada en Azcapotzalco, sustituyó a Jonguitud Barrios quien se había autonombrado presidente vitalicio de Vanguardia Revolucionaria, a quien el presidente Salinas, con la persuasiva ayuda de Fernando Gutiérrez Barrios, conminó a dejar el liderazgo magisterial a cambio de respetar los “ahorritos” del que también fuera gobernador de San Luis Potosí.

Sus memorias estarían incompletas si la maestra no contara cómo fue que se hizo millonaria. Tendría que elegir una de las dos tesis que maneja: La actual en la que dice que heredó de su madre, la maestra rural Zoila Estela Morales Ochoa, 373 millones de pesos en muebles, inmuebles, obras de arte y hasta efectivo. La otra versión, la que antes utilizaba, que su abuelo había tenido una destilería con la que hizo mucho dinero que ella heredó. Las dos son increíbles.

Doña Elba Esther que ya está libre para regocijo de los dueños de Neiman Marcus, Savannah, Maxfield, Akris, Loro Piana y otras tiendas de súper lujo, estuvo encarcelada en calidad de reclusa VIP. Sólo estuvo en una verdadera prisión 4 días, el resto de su encierro lo pasó primero en la torre médica del reclusorio, después en dos hospitales, uno mejor que el otro, y, finalmente, tuvo como prisión su departamento de Polanco. De cualquier modo aunque la jaula y el quirófano sean de oro no dejan de ser prisión.

El caso de Elba Esther es un caso más de los acostumbrados en los gobiernos priistas que consiste en politizar la justicia. Ahora caigo que tal vez el presidente Peña dijo cuando atraparon a la maestra: Métanla a la cárcel un año, no menos: cinco.