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Lo mejor que le podría pasar al acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá, el llamado T-MEC, es que, una vez completo el proceso de aprobación en el Congreso de Estados Unidos, esperáramos la aprobación canadiense, se fijara la fecha de entrada en vigor y nos olvidáramos por completo de él.

En su momento le ocurrió así al Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Su negociación, aprobación, rechazo demócrata, las cartas paralelas y su entrada en vigor fueron tema durante muchos años.

Una vez que ese acuerdo entró en vigor, lo que empezó a ser noticia fue la propia actividad comercial, ya no el contenido del acuerdo.

Hoy todavía el documento del T-MEC sigue siendo blanco de ataques. El senador demócrata y precandidato presidencial Bernie Sanders lo puso en la mira de su campaña política. Y si bien no influyó su oposición para que tuviera algún tropiezo de última hora en el senado, no dejó de ser un ruido perturbador.

Ayer mismo, los cuatro comités del senado que faltaban por dictaminar la ley HR5430, que permite implementar el T-MEC, le dieron su visto bueno. En el Comité de Salud, Educación, Trabajo y Pensiones la votación fue 22 a favor, uno en contra. Precisamente el coto contrario de Sanders.

En el Comité de Relaciones Exteriores, por ejemplo, el respaldo fue unánime. En los comités de Comercio, Ciencia y Transporte, y en el de Asignaciones Presupuestales se dieron dos votos en contra en cada uno, todos ellos de senadores demócratas.

En fin, el proceso legislativo terminará hoy y lo hará antes de que explote la temporada electoral con el previsible rechazo al juicio político en contra del presidente Donald Trump que seguramente decidirá la mayoría republicana del Senado.

El procedimiento pendiente en el Parlamento canadiense no parece que debería tener mayores complicaciones. Al parecer, la oposición que también se ha dado en aquel país no alcanzaría para echar abajo este tema que también es prioritario para el gobierno de Justin Trudeau, así que no parece que por ahí pudiera haber alguna sorpresa.

Lo mejor es que esa relación comercial norteamericana quede legalmente aprobada, pero que no asome la cabeza en los tiempos electorales. Ya sabemos cómo nos ha ido como país cuando México se convierte en instrumento electoral.

Es una criatura del presidente Trump, debería esto darle ciertas garantías de supervivencia a la campaña. No son tanto dos demócratas opositores al nuevo acuerdo comercial, esto debería darle también garantías ante un eventual triunfo opositor.

Pero sí hay que quitarles de la vista el blanco de ataque, al menos para que no tengamos tantos sobresaltos, incluso financieros, como ya nos ocurrió en su proceso electoral presidencial anterior.

El evitar esos ruidos innecesarios debería empezar por una moderación en los festejos que seguramente tendrá la 4T con el final del proceso legislativo. No estuvo fácil, pero se recomienda mucha discreción para sacarle provecho al contenido del T-MEC, más que al triunfo político que suponen que se habría obtenido con su aprobación.