Haiga sido como haiga sido, Claudia Sheinbaum preside hoy una dictadura constitucional sancionada en las urnas
La elección del domingo fue más raquítica de lo esperado. Su raquitismo prueba su fondo antidemocrático y su impopularidad.
Puede decirse cualquier cosa de esta reforma judicial menos que sea popular, que la gente tenga algún interés, algún conocimiento o alguna ilusión sobre ella.
La elección fue un gran sainete de elecciones falsas, montado en una plaza de urnas vacías. El vacío de las urnas crece conforme se cuentan los votos.
Según el corte del INE de las 6 de la tarde de ayer, votó sólo 11.8% de los que podían hacerlo, 11 millones 800 mil votantes. A ellos hay que descontarles un millón de votantes que anuló su boleta.
Habrá que descontar también las boletas que se marcaron equivocadamente, por el enredo esencial de la elección.
Creo que el porcentaje de equivocados al marcar la boleta será mayor que el de los que la anularon. Pero los votos equivocados serán también considerados nulos. No contarán como votos válidos.
Con todos estos descuentos, no sé cuántos votos válidos quedarán al final, luego de pasar por las manos contadoras del INE, institución desconfiable hoy como no lo ha sido nunca.
A las restas en la cuenta de votos de la elección les falta la principal: la resta de lo que pasó realmente dentro de ella.
Me refiero a esto:
Los especialistas del gobierno que diseñaron la elección judicial, la diseñaron con acordeones y acarreos. Saben bien que, sin acordeones ni acarreos, la cantidad de votos reales hubiera sido mucho menor.
Nadie sabe tan bien en este momento el tamaño monumental del fracaso de esta elección, como sus inventores dentro del gobierno.
Sin embargo, la Presidenta salió ayer por la mañana a declarar que la elección había sido un éxito.
Creo que la Presidenta sabe algo que aún no se comprende con claridad.
Y ese algo es que, a pesar del magno sainete, de la gran derrota de opinión pública de ayer, ella ha obtenido una victoria política sin precedentes en México: se ha quedado con el mando sobre el Poder Judicial, ha completado su mando sobre los otros dos poderes de la República.
Haiga sido como haiga sido, Claudia Sheinbaum preside hoy una dictadura constitucional sancionada en las urnas.
El sainete es grave; la victoria política, tan completa como lo previeron sus autores.