El lenguaje corporal de la Gaviota

La falta de información que los mexicanos tenemos sobre lo que realmente sucede en las altas esferas del poder nos hace proclives al rumor o a la hipótesis sin comprobar. Al parecer, hemos creado un lema al respecto: “Ya que no tenemos información hagamos uso de nuestra imaginación”. Y vaya que ésta es exuberante y profusa.

Un ejemplo: (https://www.youtube.com/watch?v=Rymlzia0q4). Durante la visita de los reyes de España, la puerta de entrada a un recinto es estrecha, por lo cual primero entra la reina Leticia y detrás de ella el rey Felipe; Peña Nieto, anfitrión, se adelanta un par de pasos de la Gaviota, que apura el paso y con su mano derecha trata de asirse del brazo izquierdo de su marido en el momento exacto en que éste se voltea, lo cual corporalmente puede interpretarse como un desdén. La señora Rivera se queda con la mano en el aire, disimula poniendo ésta en la espalda de una señora de rojo que, por lo que se ve, (lleva un micrófono en la mano) es la guía del lugar. Al darse cuenta del rezago de su esposa, don Enrique hace alto para esperarla, y le ofrece su mano derecha, a la cual la señora de la Casa (Blanca) mira con indiferencia, lo piensa mejor, y no la toma; el gesto puede interpretarse como: “ahora sí me haces caso, pues ahora no chiquitito, que todo mundo se dé cuenta que me vale mano tu madre; es decir, al revés”.

La otra anécdota de la que se habla, o mejor dicho se hace critica en las redes sociales, es la sucedida durante la visita a Francia: (www.youtube.com/Watch?v=cen9gj-wBFQ). Vemos que Peña Nieto camina para encontrarse con el mandatario francés, François Hollande —que no usa freno de mano, es decir oficialmente es soltero—, de repente como que se acuerda de que él sí está casado y se detiene para esperar a su mujer que camina unos pasos detrás de él. Hace alto y extiende su brazo, sea para que ella lo tome de la mano o entrelace su brazo al suyo para caminar juntos, pero la primera dama se sigue de largo sin reparar en el gesto matrimonial de Enrique. Unos pasos más adelante, se encuentran ambos mandatarios. Se saludan a la manera clásica de los franceses: abrazados juntan sus mejillas —no llegan al beso— de un lado y del otro. Sonriente, la señora Angélica atestigua el acto —me extraña que nadie haya hecho un meme poniéndole a ella un globo con el pensamiento: “Para eso me gustabas”—; enseguida monsieur Hollande recibe a mademoiselle Rivera, con su mano derecha la toma de su brazo izquierdo, ésta hace lo mismo, se abrazan protocolariamente y, levemente, se besan en ambas mejillas. Al separarse, el francés va por delante y detrás de él Peña Nieto un cuerpo delante de la Gaviota, ésta trata de emparejarse con su marido. Más aun, con su mano izquierda se coge del brazo del mexiquense, quien como niño que en ese momento no quiere jugar se quita la mano con un movimiento de hombro. Ella insiste por el lado derecho. Ahí termina la acción continua del video. El resto son una serie de fotos fijas de nuestra primera dama y nuestro primer mandatario siempre separados el uno del otro —la sana distancia.

Luego se entera uno que después de la visita a Francia, Enrique Peña Nieto, regresó al país dejando en Europa a su señora, la cual fue vista y reportada en las redes sociales por turistas mexicanos que la fotografiaron dándose la dolce vita sonriente y relajada compartiendo con su hermano Manuel Rivera y cinco personas más en una mesa exterior del restaurante Impero Trattoria Pizzeria en la Plaza Bra de Verona.

Una de las turistas mexicanas que fotografió a la signora Rivera comentó que cuatro guardias de seguridad les impidieron (a ella y su grupo) tomar más fotografías, e inclusive las amenazaron con quitarles los celulares con los que fotografiaban a la Gaviota y acompañantes. (¿Será para tanto?)

Pero como escribí al comienzo de mi engendro, como no se nos informa nada de lo que sucede en las entrañas del poder —serán sus vidas privadas pero por la forma de gastar nuestro dinero en vivirlas y el poder absoluto con el que se conducen, nos atañen a todos— al enterarse uno de lo que sólo pueden ser rumores o hablillas los da por hecho y hasta los exagera.

Un grupo de amigas de mi mujer escuchó a Fernanda Familiar, en el programa radiofónico que conduce, decir que se acabó ya la Luna de miel en Los Pinos, que la pareja formada por Angélica Rivera y Enrique Peña Nieto vivían separados. De eso discutían, unas decían que no era posible, otras que el lenguaje corporal de Angélica Rivera era el de una mujer que está harta, otra más dijo que en pleno cumpleaños de Peña ella andaba por Italia. En eso llegué yo. Casi todas las personas piensan que porque uno trabaja en un periódico debe saberlo todo. “¿Verdad que sí están separados Peña Nieto y la Gaviota?” —me preguntó una de ellas—. “Sí” —fue mi respuesta—. “¿Y por qué están separados?” –me interrogó—. Basado en lo que escuché al llegar contesté: “Por el océano Atlántico”.