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El día de hoy en Milán, Italia, comenzará el juicio a cinco jerarcas de los Legionarios de Cristo, tres mexicanos y dos italianos. Contra lo que podría pensarse el juicio no es por abusar sexualmente de menores, sino por el intento de soborno y obstrucción a la justicia en el caso del defenestrado sacerdote Vladimir Reséndiz Gutiérrez, el cual, este sí, ya fue juzgado por abuso sexual de menores, en el Tribunal de Apelaciones de Turín, Italia, el pasado 8 de enero del 2020. Dicho Tribunal confirmó la sentencia de seis años y seis meses a los que fue condenado “en ausencia” Reséndiz Gutiérrez en marzo del 2019.

Seguidor de los pasos de Marcial Maciel, el exsacerdote, propongo que en lugar de agregarle el prefijo ex se le quite la primera sílaba al sustantivo para que quede en “cerdote”, Reséndiz Gutiérrez de 43 años, desde seminarista, según la evaluación, realizada por el director del seminario, el legionario Antonio León Santacruz, dio muestras de tener “fuertes impulsos sexuales y baja capacidad para controlarlos” algo le debe de haber constado al padre Antonio.

El castigo penal para el legionario Vladimir, honra y prez de la depredadora organización católica de México para el mundo, es tan sólo por un delito de abuso a un menor, de los muchos que cometió durante su perverso trayecto dentro de la orden. La maligna e hipócrita congregación admite haber recibido informes de abusos de Vladimir tanto en Venezuela como en la misma Italia. Ni los Legionarios, ni el Vaticano en la era del papa Benedicto XVI dieron aviso a la policía de los delitos del “cerdote”. (La consigna era: No hables mal del camello, sino nadie te lo va a comprar).

No obstante conocer su propensión hacía la pederastia, o, tal vez, por esa misma razón, Vladimir fue enviado a continuar la obra de “mon pere”, así le decían al criminal Maciel —Dios lo tenga a fuego lento—, en el seminario de Gozzano, en la región de Piamonte, Italia, lo cual era el equivalente de poner a un coyote a cuidar el gallinero.

Fue precisamente en ese seminario donde Reséndiz Gutiérrez abusó, en forma reiterada, entre el 2008 y el 2011, de un seminarista, hijo de una familia española afincada en Milán. Sin decir nada a nadie, hastiado y con sentimientos de culpa (así reacciona la inerme víctima cuando estos animales atacan) el muchacho dejó el seminario. En el 2013 acudió a terapia con un psicólogo, enseguida apareció que su “no sentirse bien”, tenía por origen las asquerosidades de Vladimir. El terapeuta habló con la madre del joven, le dijo que él, como médico, tenía la obligación de denunciar las fechorías del “figlio di puttana” y le aconsejó que ella hiciera lo mismo. Para sorpresa de la señora, se acercó a ella el cardenal Velasio de Paolis para ofrecerle 15,000 euros por parte de los Legionarios a cambio de que su hijo se retractara del testimonio dado ante los fiscales milaneses.

La señora, española al fin, mandó al cardenal a tomar por saco. Sin comprender la indignación de la madre del chico agredido, el cardenal habló sobre la posibilidad de renegociar sin necesidad de abogados. “Lo abogados complican las cosas —dijo el insolente representante papal—. “Incluso las Escrituras —expresó el farisaico cardenal— dicen que entre cristianos debemos encontrar acuerdos”. ¡Qué poca madre!

La enfadada madre no cedió. De Paolis fue retirado del caso y murió en el 2017. En su lugar siguieron negociando, intentado extorsionar y obstruyendo la justicia, los cinco legionarios “cacas-grandes” que hoy estarán en el banquillo de los acusados.

Si de citar las Escrituras se trata, ahí les va, pinches farsantes, lo dicho por Cristo. “Al que escandalice a uno de estos pequeños, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y le hundan en el fondo del mar”. (Mateo, 18.6)