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Dice The Economist que si Elon Musk tiene éxito en su manejo de la empresa Twitter, de la que es dueño único y tiránico director, los manuales al uso de cómo manejar un negocio tendrán que corregir supuestos fundamentales. (https://econ.st/3DN5E1r).

Porque para ser un visionario, “un futurista, el señor Musk es un jefe muy tradicional”, dice la revista. Practica la vieja escuela del control personal, las decisiones tajantes sobre la marcha y un modito que no admite sino el acuerdo o la renuncia, aunque normalmente el despido.

En lo que se refiere a cómo hay que trabajar, cómo se toman las decisiones y cuál es el papel del jefe, el señor Musk va contra la corriente de todo lo que los teóricos del liderazgo empresarial han pensado y practicado a lo largo de los años.

Para empezar está el axioma establecido por Peter Drucker, gurú de generaciones en la materia, según el cual el CEO, cargo que Musk traduce para sí en su empresa Twitter como Jefe Twit, es el encargado de conectar el mundo interno de la empresa con el mundo exterior y reunirlos a ambos en su liderato, pues es el único que conoce el mundo de la empresa y el que está obligado a conocer el mundo externo a ella, para adecuarse a él, aprovechar sus vaivenes e influir en ellos, siempre en favor de la rentabilidad de la casa.

En el liderato del señor Musk no hay mundo externo, hay sólo la visión imperativa —genial en los casos de Tesla y los carros eléctricos y de SpaceX y los viajes a Marte— de cómo la empresa moldeará al mundo externo, luego de haber sido moldeada por la visión del Jefe.

Cero trabajo a distancia: al menos 40 horas semanales de trabajo presencial en las oficinas… Un ambiente de trabajo comprometido y exhaustivo: cero bonos de descanso. Y decisiones piramidales, no consensuadas. Todo lo contrario del CEO solidario, de ego controlado y bajo, que da autonomía a sus subordinados, del que hablan los manuales.

No. El señor Musk es un jefe duro, impositivo en su visión, impredecible en sus decisiones y radical en sus exigencias de cumplimiento o despido. Quizá un síntoma de los tiempos.