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Justo hace dos días se cumplieron 25 años del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas.

Hoy parece despertar ese “movimiento” cuya bandera fue “justicia para los pueblos indígenas”.

En EZLN tiene asiento en 8 municipios –de los poco más de 120– del Estado de Chiapas, donde viven principalmente, tzotziles, tzeltales y tojolavales que carecen de un gobierno.

No aceptan ningún programa de asistencia como el Seguro Social, Seguro Popular, escuelas, vivienda, entre otros, y esto porque la dirigencia del zapatismo no quiere que las etnias se contaminen con la “justicia occidental”.

En el estado de Chiapas existen 14 etnias de las 62 que hay en el país.

En 25 años ha habido cambios al interior del EZLN; algunos de sus miembros fundadores dejaron el “movimiento” por no estar de acuerdo con el abandono de algunos postulados originales del zapatismo.

Hoy dos de ellos trabajan en el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador; Adelfo Regino, en la Coordinación de los Pueblos Indígenas, y Mardonio Carvallo en la Coordinación de las Culturas Indígenas.

Otras cosas también habrán cambiado en estos años. El subcomandante Marcos ya cuenta con un cuarto de siglo más de edad y seguramente el ímpetu de sus inicios no será el mismo, aunque haya tomado oxígeno y haya organizado un desfile de 5 mil “efectivos”, para manifestar su oposición a la construcción del Tren Maya.

¿Habrá que preguntarse quién pagó los costes de la movilización de ese contingente tan limpiecito y uniformado marchando con disciplina castrense y rostro con mirada distante de la sierra de Chiapas?

¿Qué ingresos tendrá el EZLN? ¿Cobrará impuestos, derechos de piso u otros con los cuales solventar los gastos de mantener vivo su movimiento?

Porque los ingresos que tenían por las fotos que los extranjeros se tomaban con ellos, gracias a ser un atractivo turístico, desaparecieron.

La comandancia de este movimiento, de tinte anarquista, ha logrado, a pesar de los años, mantenerse en el ánimo de los indígenas marginados. La pobreza y la miseria hacen presa fácil a quienes la padecen y los convierten en seguidores de sus arengas.

Después de un prolongado receso, el EZLN da señales de vida, justo con el nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Saca la cabeza para oponerse a la construcción del Tren Maya. ¿Cuál es el verdadero motivo? ¿Acaso no permitir la inferencia de la cultura y el desarrollo de las etnias para que no despierten y poder seguir sometiéndolas?

En Chiapas el problema de fondo es el dominio económico de la tierra, pero de la tierra que tiene agua, petróleo y minerales.

Agua para el cultivo del café, el maíz y otros productos agrícolas que la empresa Monsanto se encarga de transformar en transgénicos. Y las minas ricas en yacimientos minerales que explotan fundamentalmente compañías canadienses.

Esos intereses económicos que, por una parte son los caciques que pagan a las bandas paramilitares cuya labor es dividir a los indígenas, generando problemas entre ellos, luego, expulsarlos de sus tierras y en caso de resistirse, sacarlos a punta de balazos para apoderarse de sus terruños.

Otros son los narcos y tratantes de personas que igual obligan a los indígenas a abandonar sus tierras y también, si se resisten, los expulsan haciendo uso de las armas, así, logran hacer espacios cerrados y cualquiera que quiera ingresar, será repelido de la misma forma. Ahí la única ley que existe es la de los agresores.

Existe un municipio de nombre Marqués de Comillas en la frontera Mexico-Guatemala que es territorio de narcos guatemaltecos y no permiten el acceso a nadie y no hay autoridad que se atreva a querer ingresar.

La porosidad de la frontera sur de México no es un problema menor para la política migratoria del país y para los indígenas chiapanecos que están bajo la égida del EZLN, su futuro está en continuar viviendo en el atraso, mientras los zapatistas no permitan que los gobiernos federal y estatal ingresen a las comunidades para llevarles servicios públicos que ayuden tener mejores niveles de vida.

La supervivencia del EZLN durará mientras reciba “apoyos” de los grupos “caciquiles y no caciquiles”, los mismos que se oponen al Tren Maya, porque abrirá ventanas que permitirán ver qué pasa ahí adentro.

Hace 25 años, el presidente Carlos Salinas de Gortari nombró más de tres comisionados para que tendieran los vínculos necesarios entre los zapatistas y el Gobierno Federal y resolver sus demandas. El gobierno de Ernesto Zedillo se olvidó del asunto y, cuando arriba Vicente Fox a la Presidencia, asegura arreglar el conflicto en 15 minutos y es hora que el EZLN sigue ahí, a ratos con estertores y ahora con un nuevo respiro que le permitirá mantenerse con aliento mientras siga haciéndole ruido al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, oponiéndose a la construcción del Tren Maya, como lo hacen quienes quieren mantener cerrado el territorio que detentan como suyo.

Un cuarto de siglo del EZLN y ya nadie se acordaba de él.

Recordémoslo y…

¡Digamos la Verdad!