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El español Jacinto Benavente, escritor, político, productor de cine y director de un circo, que nació en Madrid en 1866 y murió en 1954, premio Nobel de Literatura 1922, acuñó la siguiente frase: “Bienaventurados nuestros imitadores, porque de ellos serán todos nuestros defectos”. El enunciado viene al caso porque ahora resulta que a través de una acción de gobierno Donald Trump ha imitado a dos presidentes mexicanos.

El pasado jueves, Stephanie Grisham, jefa de prensa del presidente Donald Trump, declaró a la agencia de noticias France-Presse, que la Casa Blanca cancelará la suscripción a los diarios The New York Times y The Washington Post y que, además, se instruirá a todas las agencias federales para que no renueven sus suscripciones a los dos periódicos mencionados. Según la señora Grisham tal medida generará “un ahorro sustancial de cientos de miles de dólares para los contribuyentes”. ¡Qué sea menos! Por mucho que cueste el abonarse a ambos diarios y por abundantes que sean las dependencias o agencias federales que rescindirán la suscripción, dudo que la tacañería alcance los cientos de miles de dólares. De ser así, si el motivo de las supresiones fuera la austeridad, Donald Trump se habrá convertido en un imitador barato de nuestro Mandatario, Andrés Manuel López Obrador, que gasta menos que Tarzán en corbatas.

Creo que la medida viene por otro lado. Procede de la batalla personal que libra Trump contra la prensa, de manera significativa contra los dos periódicos que serán dados de baja.

Ayer hizo una semana, el magnate gringo metido a la política en un programa de la cadena Fox —su favorita— despotricó contra los que él considera medios que publican constantemente noticias falsas (fake news). En referencia al New York Times dijo: “ya no lo queremos en la Casa Blanca”. Amenazó y extendió su malquerencia: “Probablemente vamos a ponerle fin (a la suscripción) así como a The Washington Post. Son falsos”.

La verdad es que ha sido notoria la animadversión que el inquilino de la Casa Blanca, que aspira a la reelección, siente por la mayoría de los periódicos y periodistas. Cualquier denuncia o crítica a su manera de gobernar y a sus frecuentes errores él las califica como fake news. De ahí que haya llegado a la conclusión de anular las suscripciones del poder ejecutivo con los dos rotativos más importantes e influyentes ante la opinión pública estadounidense. Al enterarse de lo anterior no puede uno sustraerse de hacer una analogía entre Donald Trump y el mandatario mexicano José López Portillo con su memorable juego de palabras: “No pago para que me peguen”.

Un burgués inquieto

Ya que se me ocurrió hacer la introducción a la columna con una frase de Jacinto Benavente, considero que para las lectoras y los lectores será interesante conocer algo de este poliédrico personaje que paradójicamente perteneció a la intelectualidad y a la picaresca de la España de finales del siglo XIX y mitad del XX.

El ganador en 1922 del Premio Nobel de Literatura escribió 172 obras de teatro de la cuales la más célebre y celebrada es “Los intereses creados”, cuyo estreno (9 de diciembre de 1907) fue tan exitoso que provocó que el público asistente al teatro cargara en hombros al autor, como si fuera un torero. Confesó que odiaba ir a ver sus obras. “Paso muy mal rato, me arrepiento hasta de haberla escrito (…) principalmente porque me aburro”.

Se mandó hacer unas tarjetas de visita que rezaban: “Jacinto Benavente, burgués inquieto”. Fue diputado en el reinado de Alfonso XIII, cuando Antonio Maura (1853-1925) ocupó el cargo de Presidente del Consejo de Ministros.

Políticamente fue una veleta, durante la Primera Guerra Mundial fue germanófilo, monárquico y, posteriormente, en 1933, cofundador de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética; durante la guerra civil aceptó un homenaje del Frente Popular lo que lo marginó del franquismo quien lo aceptó en 1946 cuando participó en una manifestación pro Franco.

Don Jacinto fue abiertamente homosexual cosa ardua en aquella época y en aquella España. También tuvo gran predisposición para las réplicas ingeniosas como se demuestra en estas dos anécdotas.

En una ocasión, le dio por lo que hoy se diría “acosar” a un mancebo. Era época de lluvias y el joven acosado llevaba un paraguas. Cuando se hartó de las propuestas del escritor le pegó con el paraguas hasta casi destrozarlo —el paraguas no a don Jacinto— quien repuesto de la felpa le dijo al muchacho: “¡Ojalá y llueva!”.

Viajaba Benavente por ferrocarril, compartía gabinete con dos sacerdotes. Puestos a platicar los curas le dijeron que ellos eran de la Compañía de Jesús. Inquisitivo el dramaturgo preguntó: ¿De cuál compañía de Jesús de la que tuvo al nacer o de la que tuvo al morir? Los jesuitas se quedaron sin saber qué responder. El escritor les hizo saber el porqué de su pregunta: Es que cuando Jesús nació tuvo por compañía a una mula y a un buey y cuando murió a dos ladrones. ¿Vosotros de cuál compañía sois?

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Nunca entenderé por qué en los bancos tienen los bolígrafos atados con una cuerda. ¡Como si los ladrones fuéramos nosotros!