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Logró convertir el desencanto en un triunfo electoral histórico. El vehículo fue un partido de izquierda de reciente creación. Fustigó a la clase política y a los poderes establecidos. Prometió acabar con la austeridad y aumentar el gasto público y los subsidios a los pobres.

Es Alexis Tsipras, el nuevo primer ministro griego, líder de Syriza. Es el primer triunfo a nivel nacional de uno de los movimientos europeos que han hecho del descontento con los partidos históricos y la austeridad su principal bandera.

Desde las elecciones al Parlamento Europeo en 2014 el crecimiento de partidos “populistas” sacudió a los partidos tradicionales y puso en entredicho los pilares de la Unión Europea.

Podemos en España podría ser el segundo partido de protesta en llegar al poder. Fundado apenas hace un año, Podemos ya encabeza las preferencias electorales. Su líder es Pablo Iglesias, muy cercano a Tsipras; figuras jóvenes con carreras fuera de los grandes partidos.

Para Podemos, el “pueblo” tiene que imponerse a una “casta” abusiva y corrupta de políticos, banqueros, especuladores y la Troika (Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo y la Comisión Europea).

Las similitudes de estos dos partidos con Morena en México son evidentes: el rechazo al establishment, la crítica a las instituciones, la oposición a las políticas “neoliberales”, el discurso polarizante y la reivindicación del pueblo frente a una “mafia del poder”.

El desencanto, la frustración y el hartazgo también alimentan las preferencias electorales por Morena.

¿Mismo futuro? Podría ser, pero no necesariamente.

Más allá de las diferencias incluso generacionales en los liderazgos, están las económicas y de estado de ánimo.

La contracción económica en Grecia y España a raíz de la crisis de 2009 se prolongó por cuatro años y fue mayúscula. El desempleo ronda el 20 por ciento y en los jóvenes está cerca del 50 por ciento. Sin duda, datos mucho más dramáticos que los de México a pesar de su bajo crecimiento.

En Grecia y España la población insatisfecha con la situación en sus países ha estado por el 90 por ciento en los últimos años, 20 puntos porcentuales o más por encima de los niveles en México (Pew Research Center).

Las condiciones en México no son así tan claramente propicias para un partido de indignados. No, al menos, hasta hoy.