Elecciones 2024
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Ni modo: hay que insistir porque, aunque algunos no seamos comunistas, Lenin siempre es vigente con su frase de “raspa la piel de un extremista y encontrarás debajo a un oportunista”. Un gran populista le está haciendo honores: Rafael Correa.

El 16 febrero, Regeneración.mx (órgano oficial de Morena) publicó un artículo de Correa en el que lamentaba haber creado, como presidente de Ecuador, una clase media “que sucumbe fácilmente al estilo de vida a lo New York”. Una clase media “que es antagónica a los pobres”.

Y resultó que el extremista Correa, que odia el “estilo de vida Nueva York”, se hizo millonario mediante negocios con la súpercapitalista empresa Odebrecht: enfrenta un proceso como “cabecilla  de un esquema organizado, de corrupción institucional”.

La banda de Correa recibió sobornos por 33 millones de dólares. Sin embargo, el monto de los contratos que firmó con la constructora brasileña indican un perjuicio muchísimo más grande contra el Estado ecuatoriano.

¿De dónde viene el rencor de Correa contra la clase media? Ah, porque, después de una década, la clase media ecuatoriana no lo reeligió. Por cierto: la única de América Latina en frenar a candidatos presidenciales populistas, junto con la de Colombia, Argentina y Costa Rica.

Por eso, en el texto que publicó el órgano oficial de Morena, Correa le espeta que sucumbió al estilo de vida a lo New York, y que es antagónica a los pobres: un razonamiento que viene también de Lenin el ruso (y no precisamente del Lenín ecuatoriano que lo derrotó a él en las elecciones).

Su teoría es similar al razonamiento soviético de que la “pequeña burguesía” es una clase especialmente egoísta y ambiciosa, ambivalente y traidora. También es una deducción de muchos funcionarios y legisladores populistas que quieren ser más papistas que el Papa.

Aquí ya asomaron la cabeza con gestos que, a algunos inocentes, les parecen “pose”, pero que en realidad responden a una política de comportamiento moral que les está siendo impuesta, o que ellos consideran que es bien vista desde arriba.

Ahí están:

–Legisladores que ya dejaron de comer en restaurantes y llevan desde casa su comida al Pleno, en envases de plástico. Diputados que hasta han sido clientes famosísimos en las discotecas más cool de la CDMX.

–Los próximos directivos de Pemex, quienes consideran que ir a la oficina de jeans y playera es sinónimo de mayor productividad; mientras que vestir de traje es un símbolo de burgueses perezosos.

–Un futuro secretario de Estado que desaprueba construir el nuevo aeropuerto, pues hay pobres.

Cuidado. Porque son como los animalistas extremos: primero te ofenden porque usas abrigo de piel y después te golpean… porque comes carne.