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Soy de los que creen que el camino de paso por paso emprendido por Obama y Raúl Castro será más efectivo en la transformación de Cuba que cualquier otra alternativa radical o principista.

Desde luego ha empezado a dar más señales promisorias que los 50 años de embargo y bloqueo, piezas fundamentales en la construcción castrista de Cuba como una fortaleza de la dignidad y la soberanía.

Creo en el poder transformador de los pequeños cambios, y hay muchos pequeños cambios en la nueva relación de ambos países.

Uno es que en marzo próximo Obama hará la primera visita oficial a Cuba de un presidente estadunidense desde que Calvin Coolidge estuvo en la isla en 1929.

Otro es que, a diferencia de todos los visitantes oficiales de la isla, el presidente estadunidense obtuvo del gobierno cubano anuencia para reunirse con grupos disidentes de la isla.

Ya que en la dictadura cubana no hay una oposición institucional, democrática, la diversidad política de la isla ha de manifestarse como “disidencia”: simple pluralidad estigmatizada y perseguida.

Por el tiempo que dure la entrevista de Obama con esos disidentes, el estigma quedará levantado. He aquí un hecho pequeño, simbólico y real a la vez, pero preñado de un deseable futuro.

Menos pequeños y más reales parecen los acuerdos recientemente pactados por ambos gobiernos para establecer un “puente aéreo” de hasta 110 vuelos comerciales diarios entre Estados Unidos y distintas ciudades de la isla. Hoy cruzan solo 12 vuelos cada día.

Item más: desde el anuncio de la normalización de las relaciones, Estados Unidos ha otorgado 490 autorizaciones para hacer negocios en Cuba, con un valor de 4 mil 300 millones de dólares.

Si Cuba facilita la llegada de estos negocios a su economía, estaría recibiendo una inversión extranjera proporcionalmente muy significativa, pues el producto interno de la isla según es de unos 77 mil millones de dólares (Banco Mundial, 2013).

Yo veo en estos hechos el principio del fin de una era y los primeros pasos positivos en un sentido inverso al seguido hasta ahora: no embargo comercial, sino comercio; no bloqueo, sino conexión.

Creo que en el no tan largo plazo, la política del contacto y las mercancías será efectiva para la transformación de Cuba que la del embargo y el bloqueo.

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