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Nada como una crisis económica aderezada con las dificultades adicionales de la falta de credibilidad y confianza como para tomar un avión y volar a México para recordarnos que estamos en el mismo barrio.

El relato setentero de la hermandad y la unidad latinoamericana sigue en uso en el discurso ideológico, pero la realidad es que en el terreno práctico la distancia se ha hecho enorme porque tanto a México como a los países del sur del continente sus intereses los han llevado a otros destinos. México es la cola de león en Norteamérica y Brasil, como la cabeza del ratón sudamericano.

Los gobiernos izquierdistas de Brasil han buscado su distancia en lo que va del siglo del inicio de los gobiernos derechistas de México. Simplemente no nos necesitamos… hasta ahora.

Porque al final todo es cuestión de negocios. Para Brasil, nada como el Mercosur con todo y sus vínculos comerciales e ideológicos. Brasil, Argentina y Venezuela comparten una misma visión política de cómo llevar las cosas, pero lo que también comparten es una región en crisis.

Tan sólo el comercio de Brasil con Argentina se derrumbó en abril pasado más de 23% en la antesala de una crisis totalmente predecible con epicentro en Buenos Aires.

Y si los países del barrio sudamericano están en crisis, si Petrobras vive en el descrédito, si la popularidad de la presidenta Dilma Rousseff está a la baja, pues México bien vale una visita de Estado.

México tendrá la necesidad permanente de ampliar sus mercados, porque la dependencia de Estados Unidos, como cualquier adicción, tiene secuelas adversas que además conocemos muy bien.

La cordialidad diplomática de los presidentes Rousseff y Enrique Peña Nieto es muestra legítima del cariño que como países nos tenemos mexicanos y brasileños. Por ejemplo, la segunda camiseta que la mayoría de los mexicanos porta debajo de la playera del Tri es la verde-amarela carioca.

Sin embargo, más allá de la cordialidad de la ceremonia en Palacio Nacional, la posición negociadora más firme es la de México y no debe dejar pasar esa oportunidad para dejar en claro que el comercio tiene que ser con reglas claras, que se respeten y que no hay más margen para los dictados unilaterales como la suspensión del libre comercio automotriz.

El Acuerdo de Cooperación y Facilitación de Inversiones que ahora tienen los dos países está lejos de aquellas intensiones de incluir a México en el Mercosur, pero están en la línea de tener un mayor intercambio comercial entre las dos partes y sobre todo con mayor transparencia.

Los acuerdos recíprocos de comercio que existen son tan modestos como el Acuerdo de Complementación Económica Número 53, pero antes que su alcance, debe tener certeza de que se respeten.

Además hay otras áreas de oportunidad como la energética y financiera que tienen una buena posibilidad de acuerdos.

El comercio entre los dos países puede resultar determinante para algunos sectores, pero por el tamaño de las economías es meramente anecdótico. México y Brasil intercambian en un año lo que México y Estados Unidos comercian en una semana.