Elecciones 2024
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Desde mi perfil, tener en mi casa gadgets y consolas de videojuegos, vuelve muy complicado decirle que no a un niño de cuatro años. Después de todo, a eso me dedico, ese es mi trabajo. Por tal motivo hubo que ponerle reglas a ese Santino, sí a ese pequeño tiranito de casi 4 años. Una de ellas, que si bien él no lo entiende a ciencia cierta, fue la de ajustar el control parental de la Nintendo Switch.

¿Qué es eso del control parental?

Para aquellos que no lo sepan, un sistema de control parental es básicamente una manera de decirle a tu hijo que lo quieres.
Desde mis perspectiva, se trata de sistemas que te permiten asegurarte que los menores no entren a sitios, páginas y, en general, contenidos no son aptos para su edad.
La parte complicada y, donde entra el cariño, es que muchos de estos sistemas de control parental son lo suficiente complejos para asustar a un padre neófito en temas gadgeteros. Pero si los dominas, puedes ahorrarte varios sustos en tu igualmente neófita carrera como padre.

¿Qué espero yo de un control parental?

Primero

Que evite que Santino entre a juegos que nos son para su edad. En pocas palabras no quiero que en este momento vea pistolazos o violencia explícita.
Ahí te va una anécdota corta: el año pasado me vio jugando Street Fighter II y, al final de una pelea, me preguntó que si eso que le dibujaban a Ryu y al resto de los peleadores era sangre, a lo que asustado, le respondí que no… que era catsup. Al momento sigue pensando que es catsup.
Si bien no estuvo bien que viera en este momento ese juego (aunque fuera poco tiempo), de menos estuve yo ahí para darme cuenta de lo que sucedía. En ese sentido, no quiero que si llega a estar solo y sin que yo esté ahí, esté expuesto a violencia, por ejemplo.

Segundo

Que el sistema de control parental me permita seleccionar las dosis diarias/semanales/mensuales de tiempo que puede jugar mi Santino.
En pocas palabras, lo que quiero es la guillotina que tienen en Radio Fórmula y que cuando se acabe su tiempo, la consola se vuelva un ladrillo para Santino.
¿Por qué tan radical?
Desde mi óptica, creo que es importante que adquiera hábitos y costumbres a su corta edad, así como estructura. Si Santino sabe que si se porta bien su recompensa es jugar un rato, ayuda a este objetivo.
Sin embargo, no quiero que irme por el camino fácil y que se pase toda la tarde jugando. También quiero que lea, juegue a la pelota, haga la tarea, y por qué no, me acompañe a caminar con perro digital.
Esos dos elementos son para mí importantes en una aplicación o sistema control parental.
Además de eso me he puesto algunas reglas:
  • Si Santino quiere jugar, tenemos que estar presentes Mariagiuseppina o yo.
  • Si va a jugar (ya sea en iPad, teléfono o consola), tiene que ser un lugar como la sala, en donde podamos ver exactamente qué está viendo, en todo momento.
  • Si cuando se acaba su tiempo de juego Santino se pone punk, ni modo. A respirar y explicarle que mañana podrá seguir jugando.
Quizá tú estés de acuerdo o no conmigo. Incluso, tal vez, tú tengas tus propias reglas y anécdotas al respecto del control parental. ¿Por qué no me las compartes en los comentarios o en mi blog?
El próximo miércoles te diré algunos mitos y realidades que me topé en el control parental de la Nintendo Switch.