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La Ciudad de México por muchos siglos fue la ciudad más poblada del continente americano, eso sin mencionar que también fue la más importante, principalmente por ser la capital del virreinato de la Nueva España y  ser una parada casi forzada para llegar al virreinato del Perú. A ella llegaron las familias más encumbradas y nobles de lo que ahora podemos definir como España. Cada una de estas familias utilizó la mano de obra nativa y de esclavos traídos de África para construir fastuosos palacios y mansiones  dentro de los límites de la capital del virreinato. Entre estas familias que llegaron durante los primeros años después de la caída de Tenochtitlán se encontraba el exgobernador de Isla Fernandina, actualmente conocida como Cuba. Era un familiar de Hernán Cortés, su primo para ser más exactos. El conquistador lo mandó llamar para que lo apoyara en sus temas legales, como consejero, veedor  y albacea de sus bienes. En aquellos años, lo más que necesitaba el conquistador extremeño eran hombres de confianza que lo apoyaran a mantener el orden en los territorios conquistados y para serenar los ánimos y demandas de los antiguos compañeros y los recién llegados europeos.

Condes, fiestas taurinas y dragones: El Palacio de los Condes de Santiago de Calimaya - imagen-1
Fachada del Palacio de los Condes de Santiago de Calimaya en la actualidad. Foto: TuriMexico

El nombre de este personaje fue Juan Gutiérrez Altamirano, nacido en Salamanca en 1490.  Al reemplazar a Diego Velázquez de Cuellar, gobernó Cuba de 1524 a 1527, mismo año en que llegó a la Nueva España. De inmediato Cortés lo hizo gobernador de Tezcuco, actual Texcoco, la segunda ciudad en importancia de estos territorios.  También le asignó un solar en la nueva Ciudad de México, a un costado de la antigua calzada de Ixtapallapan, a unos pasos de donde por primera vez se encontró con Motecuhzoma un 8 de noviembre de 1519. A partir de 1536 Juan edificó su palacio contratando al cantero Bartolomé Coronado para supervisar las obras y “labrar la cantería”. Altamirano fundó en 1558 el mayorazgo que devino en condado años después y que le daría nombre a sus descendientes con el siguiente título nobiliario: Condes de Santiago de Calimaya. Los terrenos que le fueron otorgados por parte de su primo a manera de encomiendas se encontraban en el actual valle de Toluca,  incluyendo las poblaciones de Calimaya, Atenco, Metepec y Tepemeyalco. Si esto fuera poco, también se le asignaron tierras de labranza, huertas moraleras, viñas y molinos en Coyoacán y Tacubaya.

Este personaje fue el fundador de la primera ganadería brava del Nuevo Mundo, la cual sigue funcionando y se ubica en el valle de Toluca. Se le conoce como la ganadería de San Mateo Atenco, fundada en 1552. Las reses bravas para su fundación fueron traídas desde Navarra y para lograrlo fue fundamental el apoyo del virrey Luis de Velasco el viejo.  Es importante mencionar que antes de este año ya se habían llevado a cabo corridas de toros en la Ciudad de México, siendo la primera la realizada en la plaza mayor en 1526 para festejar el regreso de Hernán Cortés del largo viaje que realizó por las Hibueras, el mismo donde moriría ahorcado Cuauhtémoc, “el abuelo joven de los mexicanos”, acompañado de Tetlepanquetzal, tlahtoani-gobernador de Tlacopan, Tacuba.

Del antiguo palacio de Juan Gutiérrez Altamirano, el mismo por el que caminó Cortés, queda poco en la actualidad. Esto se debe a que  el octavo Conde de Calimaya,  Juan Altamirano de Velasco y Urrútia de Vergara, a pesar de la mala situación en que se encontraban sus finanzas, decidió contratar en 1775 al arquitecto Antonio Guerrero y Torres, último alarife barroco de “gran sequito”, para edificar un nuevo palacio, con estilo barroco sobrio y que representaría la importante dignidad de su familia a la vista pública. Para tal objeto el Conde requirió en 1778 la suma total de 116,500 pesos, que le prestaron a réditos su hermano, el licenciado José Lebrón Cuervo, Ignacio Trelles, el convento de Betlemitas y Ana Tomasa de Melgarejo, entre muchos otros. Se requirieron 227,500 pesos extra para una ampliación realizada entre 1779 y 1780. El resultado de esta inversión y de la genialidad del arquitecto Guerrero y Torres aún la podemos admirar. Usando tezontle y cantera logró realizar uno de los palacios más hermosos  de la Ciudad de México.  El edificio actualmente alberga el Museo de la Ciudad de México y se encuentra en la esquina de las calles de Pino Suárez y república del Salvador. Por siglos se le conoció como la “Casa de los cañones” debido a que presenta gárgolas en forma de cañones, lo que nos habla de las atribuciones y el carácter militar que estaba asociado a los Condes. Esto se debe a que cuando se creó dicho título nobiliario el 6 de diciembre de 1616, se les otorgó también el título de Adelantado Mayor de las Filipinas a perpetuidad, debido a que eran descendientes de Miguel López de Legazpi, primero gobernador de la Capitanía de las Filipinas. El carácter militar de esta atribución se hizo patente en las gárgolas previamente mencionadas y también en diferentes rincones de su palacio. Otros títulos que ostentaron fueron el de Capitán General de Guatemala y presidente de su Real Audiencia.

Es importante mencionar que un factor fundamental para que el Rey Felipe III de España concediera el título de condes a los descendientes de Juan Gutierrez Altamirano en 1616 fue el matrimonio que contrajo Francisco Altamirano e Ircio con la nieta del Virrey Luis Velasco “el joven”. También se  le otorgó con el fin de honrar a las familias de abolengo y alta alcurnia que estaban emparentadas con los Altamirano entre las que destacaban los Mendoza y los Castilla,  estos últimos descendientes directos del Rey Pedro I de Castilla. En la actualidad, en el remate de la fachada se puede ver el escudo de armas de los Condes, tallado en mármol español, compuesto a su vez por la heráldica de las cuatro familias más importantes que se vincularon con este título nobiliario: Mendoza, Altamirano, León y Castilla y Velasco. Los cuatro escudos de armas se encuentran de manera individual en la parte superior de los arcos y columnas que rodean el patio señorial de la construcción.

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Don Juan Xavier Joachín Gutiérrez Altamirano Velasco, VII Conde de Santiago de Calimaya. Ca. 1752. Obra de Miguel Cabrera

Otro detalle que hace único este palacio es su portón que data de finales del siglo XVIII hecho de cedro blanco y no exageraría al decir que posiblemente sea el más hermoso de la Ciudad de México. En algún momento se pensó que había sido elaborado por talladores filipinos o chinos, menospreciando la capacidad de los artesanos novohispanos. Con el tiempo dicha teoría fue refutada por historiadores del arte, entre ellos Francisco de la Maza y Manuel Toussaint.  En sus relieves podemos ver los cuatro escudos de las familias vinculadas por los condes, así tambores cañones y lanzas reafirmando el carácter militar de los mismos. Ambas puertas están coronadas con un dragón, con claras influencias orientales, siendo los guardianes del palacio y protectores de la buena suerte y fortuna de sus habitantes. Otro detalle icónico que posee esta edificación es la cabeza de serpiente, de manufactura prehispánica y que seguramente se encontraba en el recinto sagrado de Tenochtitlán, colocada en la esquina sur-poniente del palacio a manera decorativa. Me atrevería a decir que gracias a este curioso elemento la esquina de la calle de Pino Suárez y República del Salvador es la más  hermosa de nuestra ciudad.

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Patio señorial del Palacio de los Condes de Santiago de Calimaya a finales del siglo XIX. Al fondo se ve claramente la fuente de la nereida o sirena.

Para terminar este breve relato sobre una de las joyas arquitectónicas de nuestra ciudad vale la pena mencionar que para 1931 este recinto fue declarado patrimonio nacional y en 1960 fue adquirido por las autoridades de la Ciudad de México para convertirlo en el Museo de la Ciudad de México, siendo remodelado para cumplir dicha función por el celebre arquitecto Pedro Ramírez Vázques. Las habitaciones dieron paso a las salas museográficas. A pesar de los esfuerzos de las autoridades para 1992 nuevamente el recinto estaba deteriorado, dañado de varios espacios, por lo que requirió otra intervención encabezada por Dr. Ricardo Prado estabilizándolo, devolviéndole su esplendor y acabados originales.  Sin duda, este edificio soberbio con  muros rojizos de tezontle y detalles en cantera seguirá robándonos miradas cuando pasemos frente a él, haciendo que rememoremos el pasado de nuestra muy noble y leal Ciudad de México.

Condes, fiestas taurinas y dragones: El Palacio de los Condes de Santiago de Calimaya - enrique-ortiz-1-150x150Enrique Ortiz García es un amante de la historia y cultura de México. Desde hace más de ocho años se ha dado la oportunidad de romper algunos de los mitos históricos de nuestro país develando verdades y dándolas a conocer a través de sus redes sociales que ya suman más de 200 mil seguidores. Conferencista, divulgador y cronista, ha colaborado en distintos espacios, entre los cuales destacan Ciudad TV, Unicable, El Foco de ADN 40, así como en varios sitios digitales como Proyecto 10, BuzzFeed y Huffington Post México. Cree firmemente que la historia debe ser tangible y cercana a la gente sin términos rebuscados o personajes acartonados. Su objetivo es reivindicar los valores que nos legaron las culturas originarias de estas tierras, así como los héroes que nos dieron patria. Finalmente, escribe un libro y  disfruta dar visitas guiadas los fines de semana por las calles del centro histórico de la Ciudad de México, espacios conventuales y en zonas arqueológicas.