¿Y qué tal el pilón: las mañanitas de cumpleaños y la cantaleta de que “¡es un honor estar con Obrador!…”?
Claudia Sheinbaum contó ayer que, leyendo “temas en redes de la comentocracia, ahora resulta que desde Palenque López Obrador está dictándoles a los senadores y senadoras quién va a ser la presidenta de la CNDH”.
Con la pena, pero todo indica que sí.
No necesitó hablar con cada una y uno de los senadores que le deben el escaño, pero sí –en persona o a través de una confianza mutua– con su paisano y amigo Adán Augusto López, coordinador de Morena en el Senado.
“Me llama la atención y, además, la verdad es increíble”, dijo la mandataria sin que alguien le planteara el bochornoso tema.
“Se hace como campaña”, aventuró.
De su mentor y predecesor afirmó:
“Ya se retiró de la vida pública, está escribiendo su libro, está en otras tareas de la transformación. ¿Ustedes creen de veras que le interese, desde Palenque, estar pensando quién va a ser la presidenta de la CNDH?”.
Estoy seguro de que sí.
Y como la noche-madrugada de la reelección, para pedir la palabra, pretextó el patético ex panista y hoy senador morenista Ricardo Sheffield (el de la soporífera sección Quién es quién en los precios de los lunes en las mañaneras de AMLO), para “alusiones personales indirectas pero implícitas” me incluyo entre quienes deducen que sí, y que si el ex “está en otras tareas de la transformación” es que no deja de entrometerse en lo que Sheinbaum definió “segundo piso” de la 4t.
La mandataria se da por sorprendida:
“¿De dónde tienen esa información? O sea, ¿de dónde la sacaron?, ¿cuáles son sus fuentes?, ¿cuáles son sus pruebas? Porque ustedes son periodistas. Saben que para dar una nota, comentar algo, pues no es producto de la invención de alguien, sino tienen que tener alguna fuente. Bueno, pero los que son… ya saben, ¿no?, es la campaña. Ni siquiera son creativos porque todos dicen lo mismo…”.
Como en los asuntos criminales, en mi oficio se recaban evidencias irrebatibles y pruebas circunstanciales.
A menos que un reportero descubriera una grabación o documento demostrativos, ninguno podrá demostrar la injerencia de AMLO, pero sí valorar las pruebas circunstanciales de que es el autor intelectual de la reelección de Piedra en la CNDH.
Otra es la reacción escueta y cortante de la propia Sheinbaum la mañana del miércoles cuando, a pregunta expresa, dijo 13 palabras:
“Es una decisión del Senado la que se tomó ayer. Y hasta ahí”.
Y nada de felicitación a Piedra ni de recordar lo que había argumentado como el mérito mayor de la destructora de la CNDH: algo así como derecho de sangre por ser hija de Rosario Ibarra de Piedra (fundadora del indignado Comité Eureka que, al igual que muchas otras organizaciones civiles, condenó la inclusión de la chatarrizadora por haber sido la peor calificada entre 15 aspirantes).
Más: en la víspera, la mayoría de los senadores morenistas querían votar por la preferida de Sheinbaum, la presidenta de la CDH en la capital, Nashieli Ramírez Hernández.
¿Y qué tal el pilón: las mañanitas de cumpleaños y la cantaleta de que “¡es un honor estar con Obrador!…”?