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El presidente es sincero cuando dice estar contra la represión. Su estilo de anular críticos es el miedo, no el ataque físico o, incluso, la cárcel. Los autoritarismos duraderos se basan en muy poca sangre y mucho miedo. La persecución a Ciro Murayama es un ejemplo.

Y hay que insistir en que es un estilo copiado del régimen cubano. Se llama El método del hacha. El propio presidente mexicano ha explicado que cortará “con hachuela” las uñas de los corruptos. ¿En que consiste El método del hacha? En esto:

“Van a las puertas designadas y hablan con toda claridad con el ciudadano que debe ser advertido. El mensaje es rústico, elemental si se quiere, pero de una enorme efectividad. No se te ocurra un invento, porque te la cortamos. Mira el hacha”, explica el escritor cubano Norberto Fuentes en su libro El último disidente.

A la puerta de Ciro Murayama tocaron el sábado con una fuente periodística, según la cual el gobierno revisa sus cuentas bancarias, movimientos financieros, créditos y transacciones por la venta de un inmueble.

El hacha se la enseñaron a Ciro Murayama advirtiéndole (no demostrándole, eh: recordemos que se trata sólo de enseñar el hacha) a través de la fuente periodística que hay oficios de investigación que es, “reservada y confidencial”. O sea: el miedo.

Por supuesto, difícilmente tendrá consecuencias legales el consejero del INE. Ciro es un hombre modesto, que vive en la justa medianía juarista que mandata el presidente. Para comprarse una casa, vendió un departamento que heredó de su madre. No más.

Ciro tiene las manos limpias. Sin embargo, para las decenas de miles que no lo conocen, empiezan a estar manchadas. Y, además, como cualquier persona perseguida por el poder, tendría derecho a sentir miedo. Es humano. Nadie tendría derecho a reprochárselo.

Pero si llegara a amedrentarse este consejero del INE, fustigado por el presidente más poderoso de México en medio siglo, ya estaría funcionando El método del hacha. ¿Para qué reprimir? La sangre es cara. Que le pregunten a los dictadores Ortega y Maduro.

De ahí que, en el librito del populismo mexicano, la anulación de opositores y críticos sea sembrando el miedo, con supuesta corrupción, amenazas de la UIF, violencia verbal. Pero nunca pruebas. Y la cárcel sólo en temas de otro tipo, como con Rosario Robles.

Un latinoamericano insigne, José Martí, escribió: “Un régimen de despotismo personal sería más grave y difícil de desarraigar, porque vendría excusado por algunas virtudes, embellecido por la idea encarnada en él, y legitimado por el triunfo”.

La inquietud de Martí sigue viva, más que nunca, en nuestra América en general; y en México, muy en específico.

Te la cortamos. Mira el hacha.