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Semana de locura en el DF, perdón en la CDMX, en la que ya no cabemos y se sigue inundando de automóviles, transporte público muy mal diseñado y explotado, y la incapacidad de las autoridades de poder revertir esto.

Las ideas llegan y la tecnología está más que a la mano para poder encontrar una solución a todos estos embotellamientos, emisiones de gases contaminantes y problemas de tráfico de esta enorme ciudad. Pero la población y las autoridades no están preparadas para utilizar esta tecnología, o más bien las autoridades prefieren hacer uso de la tecnología para encontrar beneficios de otra índole.

Escuchaba acerca de toda la “tecnología” que se instauró para las cámaras que se instalaron alrededor de toda la ciudad para multar a los infractores por exceso de velocidad, o esas cámaras 3D que pueden captar cuando alguien se adelanta en un semáforo o va utilizando el teléfono móvil. Le funciona muy bien la tecnología a las autoridades pero se queda solamente en eso, tratar de evitar infracciones mediante un nuevo y mundano reglamento de tránsito. Mientras se deja de lado todo el desarrollo tecnológico en pro del ciudadano y sobre todo, del medio ambiente de esta ciudad.

Basta con ver cómo toda la tecnología y aplicaciones de transportación en la ciudad provienen de empresas privadas de otros países y nada de adentro. Y es así como en base a este tipo de innovaciones hemos logrado los ciudadanos poner nuestro granito de arena. Aplicaciones como Uber, Waze, Google Maps o Moovit se han instaurado en el seno de grandes y cosmopolitas ciudades para aligerar los traslados y beneficiar al transporte.

En México esto ha sido difícil, pues en lugar de preparar a los ciudadanos a utilizar estas innovaciones y cobijarlas de seguridad y soporte para su útil y eficiente servicio, se han decantado por buscar rumbos diferentes en vías de obstaculizar y beneficiarse de las viejas mañas de un transporte público de tercer mundo, tecnología enfocada a la recaudación y programas truncados por la corrupción.

La CDMX tiene todo el potencial para volverse clara y transparente, lástima que a la tecnología útil también se le aplique el “Hoy no circula”.