México vivirá una mucho mayor presión por partida doble: la de EUA y la del crimen organizado. Días aciagos nos esperan…
LIC. BERTHA LUJÁN ALCALDE,
FISCAL GENERAL DE JUSTICIA
DE LA CDMX:
El día en que yo no exista, mermará el narcotráfico.
Joaquín “El Chapo” Guzmán
“Quiero abrazar a sus familias”, expresó la jefa de Gobierno de la CDMX, Clara Brugada, en el breve y dolido mensaje que dio un par de horas después de que su secretaria particular, Ximena Guzmán y su coordinador de asesores, José Muñoz. “Dos compañeros entrañables,” fue como los describió y de ello no cabe la menor duda. El perpetrador de este artero crimen es, a todas luces, un sicario bien entrenado que conocía perfectamente las rutinas de las víctimas.
¿A qué cártel o banda atribuir la agresión? Al escribir estas líneas ni usted, ni el secretario de Seguridad Ciudadana, Pablo Vázquez Camacho, han informado al respecto; seguramente lo harán en las próximas horas del día de hoy, o mañana. Deberán hacerlo porque un crimen de tan alto perfil y con tantas interpretaciones, no puede esperar.
Lo cierto es que en la CDMX operan varias células de los grandes cárteles, así como bandas locales. Entre los primeros están el cártel Jalisco Nueva Generación, el cártel de Sinaloa y la Nueva Familia Michoacana, uno más aguerrido que el otro y en constante confrontación. Entre las segundas están la Unión Tepito, Fuerza Antiunión, el Cártel de Tláhuac, Los Rodolfos, Los Canchola, Ronda 88, el Güero Fresa, Los Molina, Los Maceros, Los Tanzanios, Los Catalinos, El Maestrín y Juan Balta. Sus “unidades de negocio” además de las drogas, son las extorsiones, el derecho de piso, los secuestros y los despojos de vivienda.
El mensaje del crimen organizado al gobierno de la CDMX y al gobierno federal no puede ser más contundente: acribillar a dos personas tan cercanas a Brugada, en la capital del país y al momento en que en la mañanera se hablaba de las jornadas de paz, lo único que puede significar es que el crimen organizado no está dispuesto a contenerse después de los golpes de los que ha sido objeto.
Hace unos cuantos días, las autoridades federales decomisaron 67 kilos de fentanilo, la mayor parte de los cuales fueron ubicados en la alcaldía Venustiano Carranza. Suenan pocos kilos, pero si consideramos que el máximo que puede contener una pastilla son dos miligramos, haga usted las cuentas, doña Bertha: son 33 mil 500 dosis máximas. También hace menos de una semana detuvieron a Israel “N”, jefe de plaza del CJNG. Y del Cártel de Tláhuac, las autoridades capturaron a Diego Oziel “N”.
El pasado abril se dio en la CDMX la detención de José Gregorio, “el Lastra”, importante figura del CJNG, quien orquestaba el reclutamiento de jóvenes a nivel nacional. En marzo pasado, usted misma informó de la detención del multihomicida Luis Enrique “N”, de la banda de Los Molina; lo mismo ocurrió con Axel “N”, cabeza importante dentro de la Unión Tepito. Por cierto, esta última organización ha forjado la Nueva Alianza con el CJNG y eso no puede significar nada bueno.
Las autoridades federales no han cesado en su esfuerzo por contener al crimen organizado y todo indica que éste no aceptará los golpes. Al respecto, déjeme que le cuente lo que alguna vez me dijo un querido amigo cuando laboraba hace algunos años en el CISEN:
“El narco tiene que regresar a los cauces institucionales”.
Cuando lo escuché, me quedé de una pieza, pero su razonamiento era, digamos, sólido: nunca se va a acabar el narco mientras haya demanda de drogas dentro y fuera del país, pero sí sería plausible que su nivel de violencia hacia la sociedad disminuyera.
Mi amigo se refería a que dejaran los secuestros, el reclutamiento obligado y el cobro de derecho de piso. Me pregunto si la estrategia de seguridad actual va en ese mismo sentido; es decir, hacer retroceder a los cárteles para que abandonen los delitos que más afectan directamente a la población y que se concentran en el rentable negocio de las drogas, con ciertas limitaciones. Suena cínico, pero es realista. O si la estrategia supone hacerlos desaparecer del mapa, lo cual se antoja imposible.
La noticia del asesinato de Ximena Guzmán y José Muñoz se da justo a la llegada del nuevo embajador de EUA en México, Ronald D. Johnson, cuyas credenciales y trayectoria dan un giro de 180º de lo que Ken Salazar nos tenía acostumbrados. Parece que desde Washington nos mandaron a quien creen que será la horma de nuestro zapato, pues Johnson tiene experiencia en la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, adquirida durante su paso por la CIA y el Comando Sur de EUA.
Durante su presentación ante el Senado de EUA, Ronald D. Johnson declaró que creía “que hay oportunidades para colaborar más estrechamente” con México. Dados los acontecimientos de ayer, este “estrechamente” podría seguir la lógica de que nuestro gobierno no puede cuidar de su propia gente frente al crimen organizado, razón por la que EUA se sentiría “conminado” a participar más activamente en la lucha contra la delincuencia organizada.
En fin, doña Bertha, que México vivirá una mucho mayor presión por partida doble: la de EUA y la del crimen organizado.
Días aciagos nos esperan…
Con la colaboración de Upa Ruiz
Nueva cuenta en X: @ruiz_upa
X: @Lmendivil2015