Ni el PRI ni el PAN leyeron lo que Latinobarómetro advirtió hace meses. 56% de los mexicanos están de acuerdo en tener un gobierno autoritario con tal de que se solucionen los problemas
A LOS VOTANTES PANISTAS Y PRIISTAS:
Partido político: asociación de interés
público que transmite los intereses
y demandas de la ciudadanía.
Giovanni Sartori
“Los partidos de oposición están huecos, sordos y son monotemáticos,” me comentó Felipe León, uno de los analistas políticos que más respeto. “No saben reconstruirse. Más de seis años y no descifraron a López Obrador”
Demoledor y certero el juicio sobre el PRI y el PAN; yo agregaría que tampoco supieron descifrar al electorado.
La situación de Acción Nacional es muy mala. De tiempo atrás perdió uno de sus grandes atributos: gestionar sus diferendos al interior del partido. Baste recordar que por lo menos dos de sus presidentes, Manuel Espino y Germán Martínez, abandonaron sus filas para irse con la competencia dominante, y Felipe Calderón intentó formar su propia organización.
En los pasados comicios, el PAN fue incapaz de vender al electorado lo que era un gobierno de coalición y cuál era la plataforma desarrollada para tal fin. Era indispensable explicar al electorado cómo dos partidos otrora antagónicos se habían aliado. De hecho, ni siquiera la candidata Xóchitl Gálvez pudo explicar cuáles eran los puntos de coincidencia y que se comprometía a cumplir. Del apoyo a la ingeniera Gálvez, mejor ni hablemos.
Elecciones aparte, la dirigencia de Marko Cortés ha sido atropellada y deficitaria. En los seis años que ha durado, no se vio un liderazgo real con capacidad de conducción de sus militantes y simpatizantes; tampoco presentó la defensa de alguna de interés para la población y, de esta manera, ganar espacio en los medios y legitimidad ante el electorado.
El nombre de Cortés ha llegado a los medios por malas razones, como aquella disputa con el gobernador de Coahuila, Manolo Jiménez, por no dar al PAN la parte del botín de puestos que le correspondían. Peor todavía fue su reclamo a Miguel Ángel Yunes Linares hace un par de días, en el Senado de la República al no votar en con el PAN contra de la Reforma al Poder Judicial.
El próximo noviembre se renovarán la dirigencia panista y sus 32 comités estatales, para lo cual cuatro de sus gobernadores recién hicieron un pronunciamiento. Esperemos que el cambio de estafeta no se convierta en una guerra de lodo.
La situación del PRI es más grave.
Su todavía presidente, Alejandro “Alito” Moreno ha sido acusado de todo, desde defraudación fiscal por uso de factureras y prestanombres, solicitud de moches, enriquecimiento ilícito y tráfico de influencias. La difusión de las conversaciones grabadas de Moreno lo dejan muy mal parado, por su contenido y lenguaje soez. Lo anterior, sumado al distanciamiento de la ciudadanía, contribuyó a que el PRI ganara más negativos en las últimas elecciones.
Hoy en día, el PRI se encuentra en un punto de quiebre. Por un lado, Alito pretende una metamorfosis para su partido que incluiría un cambio de nombre. Por el otro, el Instituto Nacional Electoral ha echado abajo las reformas a documentos básicos que permitieron, el pasado mes de junio, la reelección de Moreno al frente del tricolor. La razón es muy sencilla: la ley electoral no permite modificaciones a los documentos durante el período del proceso electoral.
La reelección de Moreno y antes la distribución de cargos de elección popular se llevó a cabo en medio de fuertes menosprecios a la CTM; aun cuando dicha confederación esté de capa caída, seguía siendo un sector del partido. El mismo maltrato se dio a figuras relevantes como Claudia Ruiz Massieu, Dulce María Sauri y, más recientemente, Manlio Fabio Beltrones. Como si el PRI estuviera en condiciones de dividir sus fuerzas.
Moreno puede apelar el dictamen del INE ante el Tribunal Electoral; difícilmente obtendrá una respuesta favorable siendo la ley tan clara.
Tanto el PRI como el PAN tienen declaraciones de principios aceptables, pero están llenos de lugares comunes grandilocuentes que no dicen nada a la ciudadanía. Lo mismo ocurre con sus plataformas; muchas frases llenas del “deber ser” pero nada de cómo lo harán realidad para los votantes. No pasan de la retórica, empezando por el combate a la corrupción y la defensa del bien común.
Lo que el PRI y el PAN no leyeron es que López Obrador dio a muchos mexicanos un sentido de pertenencia, mientras que ellos estaban muy lejos de la gente, ocupados en peleas pírricas.
Tampoco se ocuparon en cultivar lo que quedaba de sus bases, mucho menos de ampliarlas. Se olvidaron de la formación de cuadros que, por un lado, replicaran el mensaje y la acción del partido; y por el otro, ayudara al enriquecimiento de las dirigencias locales y nacionales.
Ni el PRI ni el PAN leyeron lo que Latinobarómetro advirtió hace meses. 56% de los mexicanos están de acuerdo en tener un gobierno autoritario con tal de que se solucionen los problemas.
No concuerdo con tal postura, pero entiendo a los demócratas desencantados.
Y eso es lo que vivimos hoy.
Con la colaboración de Upa Ruiz
X: @upa_ruiz
X: @Lmendivil2015